Los Reyes Católicos implantaron el tribunal del Santo Oficio, que persiguió de manera implacable durante tres siglos cualquier desviación de la ortodoxia religiosa y la moral católica.
La Iglesia, en el siglo XIII ya había creado un tribunal llamado "Inquisición" que perseguía a los divesos movimientos que surgieron en la época, pero la Inquisición más célebre en la historia fue la creada en España en 1478 por los Reyes Católicos.
Se diferenciaba de la anterior, que dirigía Roma, en que la española dependía de la monarquía y obedecía a las necesidades particulares de ésta.
Su primer objetivo fue la minoría de los judíos conversos, a los que acusaba de practicar en secreto el judaísmo.
Hubieron varios motivos para esa persecución implacable contra los judíos, entre ellos el económico.
Poco tiempo después la vigilancia inquisitorial se proyectó sobre los grupos de protestantes, mayormente luteranos, que surgieron de diversas ciudades españolas tras la ruptura de Lutero con Roma.
Tanto conversos como protestantes se veían como un riesgo de contaminación para una sociedad española plenamente alineada con la Contrarreforma católica, de la que la Inquisición precisamente fue uno de sus principales instrumentos.
Los moriscos, convertidos formalmente al cristianismo poco después de la conquista de Granada en 1492 fue el mismo caso, pero en gran parte se mantenían fieles tanto a la religión como a las costumbres islámicas, dando así pretexto para la intervención de la Inquisición.
La Inquisición también actuó contra la brujería y otras costumbres como la llamada "solicitación" (relaciones de los curas con mujeres en el marco de la actividad de confesión), la bigamia y la homosexualidad, que eran conductas perseguidas por los jueces del tribunal de la fe.
La disidencia intelectual también era vigilada por los inquisidores.
En el siglo XVIII la difusión de la filosofía ilustrada provocó muchos encuentros entre literatos y pensadores y un tribunal que cada vez se veía más como un anacronismo.
La Inquisición - Goya
En el año 1826 se produjo la última ejecución inquisitorial y fue la de un maestro que estaba acusado de dedeísmo. Ocho años después se abolió la Inquisición de forma definitiva.
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