Toda su vida la dedicó a la física y fue uno de los pioneros en el estudio de la energía atómica.
Perfeccionó las formulas de su mentor y discípulo, Ernest Rutherford, corrigiendo algunos errores en los cálculos de Albert. Sin embargo un enigma lo obsesionaba: ¿Cómo se podía comprender la pérdida de energía debida al movimiento de electrones?
Bohr hacía cálculos y experimentos con los que no conseguía resolver el misterio hasta que una noche de 1913, la solución le llegó con un sueño.
Se vio a si mismo en un sol de gas ardiente, mientras los planetas pasaban silbando, sujetos al sol por finos filamentos que giraban a su alrededor.
De repente el gas se solidifico y los planetas y el sol se contrajeron.
El físico despertó, interpretando el "Sol" como el centro fijo alrededor del cual giraban los electrones y los filamentos de distinta longitud como una indicación de los niveles energéticos de los diferentes electrones.
Este modelo, que se le reveló en su sueños, lo desarrolló, permitiendo el establecimiento de la física atómica moderna y sus aplicaciones tecnológicas.
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