El tópico que enmarca a la época medieval como una "edad oscura" y de atraso científico cambió en el siglo XII.
Fue a partir del año Mil, cuando la vida diaria de los europeos empezó a cambiar gracias a muchas innovaciones como por ejemplo el reloj o la pólvora, el molino o las gafas.
Estos ejemplos de inventos demostraban la habilidad que tenían muchos artífices medievales.
Roger Bacon llegó a definir el "método científico" en el silo XIII como un ciclo de cuatro fases: Observación, Hipótesis, Experimentación y Verificación.
Se basó en este método para desarrollar estudios de óptica que le condujeron, entre otras cosas, a diseñar las primeras gafas de la historia y a elaborar proyectos de cámaras oscuras, que sería el precedente de la cámara fotográfica.
Roger Bacon sintió mucha admiración por el francés Pierre de Maricourt, que había llevado a cabo importantes investigaciones en el campo del magnetismo.
Un siglo más tarde, Nicolás de Oresme, demostraría que la Tierra era la que se movía y no los astros sobre ella como hasta el momento se pensaba.
En esta misma centuria, el francés Jean Burilan, interpretó mediante estudios matemáticos el movimiento de los proyectiles.
Con todos estos inventos tan importantes se demuestra que en contra de la visión tradicional de la Edad Media como una época de atraso e ignorancia, en los siglos medievales jamás se abandonaron las ciencias.
A partir del V, es cierto que con la caída del Imperio romano y las invasiones germánicas muchos de los conocimientos del mundo antiguo se perdieron.
La nueva mentalidad de las gentes, de todo lo desconocido o no comprender, pasó a provocar temor y a asociarse con la magia y la brujería, con lo prohibido, con lo demoníaco y de esta manera la ciencia se fue dejando a un lado.
Pero fue a partir del año Mil cuando todo cambió y de manera paralela al despliegue económico del continente europeo, renació el interés por el saber y sobre todo por la aplicación práctica del conocimiento.
El desarrollo del timón se produjo gracias a los contactos con el mundo islámico, también el papel y la brújula o los números indo-arábigos, que después y progresivamente sustituyeron a los romanos, facilitando así el avance del cálculo.
A los hombres de la Edad Media no los definen los descubrimientos ni los avances en el campo del conocimiento teórico, sino la capacidad de aplicar estos saberes, que eran desarrollados por ellos mismos o transmitidos por otras culturas, a las necesidades prácticas de la sociedad en la que vivían.
Una respuesta a los nuevos tiempos fue el reloj mecánico europeo, que está documentado sobre el año 1300 y que sustituyó al anterior sistema hidráulico por motores que se activaban mediante pesos colgados de cilindros y mediante engranajes, rodillos y palancas.
Otro adelanto fue el uso de los molinos, que eran muy variados. Por ejemplo los pólders, que eran superficies de tierra ganadas al mar en los Países Bajos, surgieron a partir de la construcción de diques y el drenaje del agua mediante bombas activadas por molinos de viento.
También hubieron muchos desarrollos en la metalurgia durante la Edad Media, que propiciaron numerosas innovaciones tecnológicas, además del reloj mecánico: instrumentos musicales, planchas para imprimir el papel, aperos de labranza, máquinas para la confección de tejidos, armas de guerra e incluso autómatas.
Desde el siglo X y gracias al auge del comercio y de las peregrinaciones, surgieron en los puertos marítimos grandes ciudades, en las encrucijadas de caminos y en otros enclaves mercantiles.
En ellas se producían cosméticos y drogas, zapatos, vestidos, joyas y otros objetos de oro y plata.
Aunque lo novedoso fue la aparición de auténticas industrias de vidrio, cerámica, cuero y sobre todo, materia textil.
Por todo ello, hoy día, aquella imagen lúgubre y tenebrosa de la Edad Media, ha sido desterrada.
Los historiadores modernos también han comprobado que en ese período la cultura no se abandonó, sino que evolucionó.
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