El chicle fue encontrado en tre los restos de un pozo con paredes de madera, según Christoph Heiermann, del departamento de arqueología del estado federado de Sajonia.
Mide tres por dos centímetros, está fosilizado y presenta huellas de dientes. "No sabemos exactamente el motivo de que los hombres de entonces mascaran algo así", dijo el arqueólogo.
"Presumiblemente añadían a sus chicles aromas de hierbas o especias para darles un mejor sabor", añadió, pues tanto la brea como el pez tienen un sabor bastante desagradable. Ambos se obtienen al cocer la corteza del abedul, que también se utilizaba en la prehistoria como pegamento.
Piensan que quien escupió el chicle en el pozo hace 7.000 años, había ablandado la brea en la boca para alguna labor y, acabada la tarea se habría desecho del resto por la vía más rápida.
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