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Juana la Loca - La Reina Cautiva

Fue Reina de Castilla, pero sobre todo, el juguete de oscuros y múltiples intereses políticos.

Siempre ha rodeado a doña Juana esa leyenda romántica o locura de amor, pero la realidad fue muy diferente.

La figura de la princesa que se convirtió en reina siempre ha sido distorsionada por el sobrenombre de Juana la Loca en vez de Juana de Castilla.

La supuesta "locura" de Juana, en realidad fue una mera flaqueza psicológica en su juventud y no una enfermedad. Tampoco es por ello, que no pudiera llevar una vida normal como esposa y reina consorte.

Las circunstancias históricas que rodearon la vida de Juana fueron las que se lo impidieron.

Nació en Toledo el 6 de noviembre de 1479. Primero fue infanta de Castilla y Aragón, después archiduquesa de Austria, duquesa de borgoña y Brabante y condesa de Flandes.

Años después se convertiría en reina y sería propietaria de Castilla y de León, de Galicia, de Granada, de Sevilla, de Murcia y Jaén, de Gibraltar, de las Islas Canarias y de las Indias Occidentales (1504 – 1555), de Navarra (1515 – 1555) y de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Nápoles y Sicilia (1516 – 1555), además de otros títulos como condesa de Barcelona y señora de Vizcaya, títulos heredados tras la muerte de sus padres, con lo cual unió definitivamente las coronas que conformaron España, a partir del 25 de enero de 1516, convirtiéndose así en la primera reina de España junto con su hijo Carlos I.

Juana fue muy inteligente desde muy pequeña, era la tercer hija de los Reyes Católicos. Su educación se basó más en la obediencia que en el gobierno.

La casaron con el príncipe Felipe el hermoso a la edad de 15 años. Su marido debía de heredar los Países Bajos y el Imperio Germánico.

Varios hermanos y sobrinos de Juana fallecieron de forma inesperada, por lo que en 1504, cuando murió Isabel la Católica, fue coronada también como reina de Castila.

Juana era soberana legítima, debía de suceder a su autoritaria madre en el gobierno. España era uno de los estados más poderosos de Europa y del mundo.

Sin embargo, nada le fue fácil, se vio envuelta en una espiral de mentiras e intrigas que la llevaron a quedarse a merced de varios hombres que el destino hizo que estuvieran a su alrededor.

Felipe, su marido, en cuanto creyó segura su posición como rey de Castilla, quiso encerrarla en una residencia cualquiera para evitar cualquier arrebato de celos y así reinar a su antojo, Juana le molestaba.

Pero Felipe murió repentinamente en 1506 y Juana fue reconocida como reina en solitario.

A partir de ese momento, Juana tenía una conducta muy extraña, que confirmaba las sospechas sobre su incapacidad para el gobierno.

Estuvo casi dos años deambulando por Castilla junto al ataúd de su marido, con el pretexto de llevarlo al mausoleo real de Granada, pero mientras tanto la dirección del país se estaba quedando a manos del Cardenal Cisneros, al mismo tiempo que su padre, Fernando el Católico, emprendía su retorno a Castilla desde Aragón.

Juana la Loca de Francisco Pradilla Ortíz - 1877
Aunque hubieron muchos intentos de persuadir a Fernando el Católico, finalmente en 1509, tomó la decisión de recluir a Juana en el palacio de Tordesillas, que sería su hogar para el resto de su vida.

Su hija Catalina fue la única compañía de Juana hasta que se marchara en 1525 para casarse con Juan III de Portugal.

Juana fue ninguneada y maltratada física y psicológicamente. Su confinamiento era cuestión de Estado y así lo decidieron tanto el Fernando el Católico (su padre) como Carlos I (su hijo). Ella no podía gobernar por una supuesta incapacidad mental, pero la realidad era otra. Si los rumores de que Juana estaba cuerda llegaban al exterior, los adversarios del nuevo rey afirmarían que era un usurpador. Por ese motivo doña Juana se convirtió en la pieza clave para legitimar el movimiento de las Comunidades.

Durante un tiempo le permitieron salir del palacio para visitar la tumba de su esposo, que se encontraba muy cerca. Pero eso lo pudo hacer sólo hasta 1525, que el féretro de Felipe el Hermoso era trasladado a Granada.

Ni siquiera cuando se declaró la peste en Tordesillas, sacaron a doña Juana de allí.

Para su padre y su hijo era imprescindible que el pueblo no viera a Juana, que era la legítima soberana.

Con el paso de los años, Juana comenzó a tener graves dificultades en las piernas, que finalmente la dejaron paralizada. En aquellos momento se hablaba de su indiferencia religiosa, pensaban que estaba endemoniada y es por eso que su nieto Felipe, le pidió a un jesuita, futuro San Francisco de Borja, que la visitara y averiguara si eso era cierto.

El jesuita aseguró que esas acusaciones carecían de fundamento por su estado mental, que seguramente se debía a que no había sido tratada adecuadamente. Después volvería a visitarla de nuevo, pero esa vez, para confirmar su muerte.

Juana estuvo hasta el día de su muerte el 12 de abril de 1955 en el palacio de Tordesillas, un total de 46 años de reclusión forzosa y siempre vestida de negro.

A raíz de su muerte, la figura de la reina Juana se hizo muy atractiva para el romanticismo, reunía todas las características, de amor, desamor, locura, celos. Numerosos artistas la han consagrado como "Juana la Loca".

1 comentarios:

Anónimo dijo...

pobre mujer como la hicieron sufrir

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