Es sin duda, uno de los crímenes más impactantes y misteriosos de la historia.
Después la prensa lo hizo famoso y de esta historia se escribieron cientos de páginas de prensa. La intriga y el horror que envolvía este brutal crimen, ocurrió en una época en la que en Estados Unidos, el cine negro estaba a la orden del día.
Hubieron muchos sospechosos, pistas y sobre todo miedo entre la población.
Pero ante todo, el sueño roto de una hermosa joven de 22 años que había ido a Hollywood cargada de sueños y acabó siendo la protagonista de uno de los asesinatos más brutales, impactantes y crueles de la historia.
Elizabeth Short nació en un pueblo pequeño de Massachussets - EE.UU. el 29 de julio de 1924. Hija de Phoebe y Cleo Short, su infancia no fue fácil.
Los padres de Beth tenían un pequeño negocio de minigolf que quebró con el crack del 29, pero uno de los peores momentos de la familia fue cuando su padre Cleo abandonó a la familia fingiendo su propia muerte. Tiempo después volverían a saber de él cuando les escribió desde California disculpándose, pero la madre de Beth nunca pudo perdonarlo y no quiso volver a saber nada de él.
Aquel abandono marcaría la corta vida de Beth junto a los problemas que tenía de salud, padecía asma y otros problemas pulmonares.
Cuando tenía 16 años, su madre comenzó a enviarla en las estaciones más frías a casa de unos amigos de Miami - Florida, porque en el pueblo natal de Beth los inviernos eran muy duros y le perjudicaban mucho.
Allí encontraría su primer empleo como camarera de un restaurante.
Beth era una joven muy bella y con el paso del tiempo y el paso de niña a mujer todavía más. Ella se daba cuenta, porque no pasaba desapercibida por ningún sitio y entonces decidió explotar su imagen y esa belleza que poseía.
Se tiñó el pelo de negro azabache y vestía trajes muy ajustados, siendo en aquella época en la que empezó a considerar dedicarse al mundo del espectáculo, como modelo o actriz, que era un sueño que tenía desde muy pequeña.
A los 19 años se fue a vivir durante un tiempo con su padre a Vallejo - California, aunque nunca llegó a reconciliarse con él y más, cuando su padre la quería utilizar para que le sirviera, algo a lo que Beth se negó en rotundo, no quería ser la criada de nadie y deseaba hacer algo importante en su vida.
Beth se fue tres semanas después a Santa Barbara y allí consiguió un trabajo en la base militar de Camp Cooke, era el año 1943.
Aquel trabajo no le duraría mucho porque poco después fue detenida por beber siendo menor de edad (19 años) y enviada de vuelta a Massachussets. En aquel arresto, como en cualquier otro, le tomaron las huellas que tiempo después ayudarían para su identificación.
Estuvo trabajando en muchos sitios entre su pueblo y Florida y comenzó a frecuentar clubs, bares y pistas de baile de moda. Se mudó en muchas ocasiones de casa y mantuvo relaciones con varios hombres.
El desenfreno de Beth terminó en la Nochevieja de 1944 cuando conoció al militar Matthew M.Gordon Jr., del que se enamoró perdidamente.
Se prometieron poco tiempo después y pensaban casarse cuando él volviera de Filipinas, que era donde lo habían destinado. Pero nunca volvió, porque murió en un accidente de aviación durante una de las misiones el 10 de agosto de 1945, pocos días antes de que volviera a casa y de que el conflicto terminara.
Beth entró en una fuerte depresión con la muerte de su novio y al final decidió irse a California a buscar consuelo en otro ex-novio militar, el teniente Gordon Fickling. Su relación nunca fue bien, la botella era el mayor de los aliados de la joven en aquellos momentos y Gordon tampoco pudo soportar los constantes flirteos de Beth con otros hombres.
Gordon se mudó a Carolina del Norte, aunque seguía en contacto con Beth mediante cartas.
La vida de Beth comenzó a ser más dura todavía, no tenía en quién apoyarse, no mantenía sus trabajos y tampoco su vivienda. Cambiaba constantemente de lugar de residencia porque prefería comprarse ropa bonita y elegante en vez de comida o pagar el alquiler.
La economía le iba tan mal, que incluso el forense averiguaría después que en su dentadura llevaba empastes caseros hechos con cera.
Beth frecuentaba todas las noches los bares de Los Ángeles para conseguir pretendientes (sobre todo militares), con los que ahogaba sus penas y fracasos, tanto sentimentales como artísticos. En realidad, no tenía amigos íntimos ni familiares cerca donde poder apoyarse.
Estos hombres le pagaban la cena, copas y le compraban muchos regalos caros. También le daban dinero, a lo que ella nunca se negaba.
Beth seguía cargada de sueños y esperanzas, pensando en conocer algún día a un hombre rico que la ayudadara a conseguir su meta como actriz y así terminar con todos sus problemas.
Gordon recibió una carta de Beth el 8 de enero de 1947 donde le decía que se mudaba a Chicago para ser modelo.
Esa misma noche la joven durmió en un motel con Robert "Red" Manley, un vendedor de 25 años que la había recogido con su coche en una esquina de San Diego. Beth iba buscando un lugar donde dormir y en su camino encontró a Robert. Se fue con él, aunque no mantuvieron relaciones sexuales. Al día siguiente la llevó a la estación de autobuses. Según Beth, iba a trabajar a Berkeley para quedarse con su hermana, con la que se iba a reunir en el lujoso Hotel Biltmore.
Sobre las 18:30 horas, Red la dejó en el vestíbulo del hotel y se fue a su casa.
A las diez de la noche el recepcionista la vio salir y nunca más la volvieron a ver con vida.
Sobre las 10:40 horas del 15 de enero, la policía recibía una llamada anónima que alertaba de que había una persona en un solar abandonado de Leimert Park, un barrio al sur de Los Ángeles y que a lo mejor necesitaba ayuda.
Aquella llamada la había realizado Betty Bersinger, una vecina de la zona que sería identificada después.
Sobre las 11 de la mañana, los agentes Frank Perkins y Wayne Fitzgerald llegaron al lugar y en vez de un maniquí, encontraron el crimen más espeluznante de sus vidas.
El cuerpo de Beth se encontraba allí tirado y mutilado de la forma más horrible.
Estaba partido en dos por la cintura y habían dejado las dos partes a medio metro de distancia una de otra, con las piernas abiertas y los brazos en alto. Los intestinos habían sido colocados de forma ordenada dentro de la pelvis, que estaba expuesta y su estómago lo habían llenado de heces. Tenía marcas de cuerdas en muñecas y tobillos, al menos había estado atada 72 horas, seguramente para torturarla. También tenía golpes, quemaduras y múltiples laceraciones por todo el cuerpo. Le habían extirpado el pecho derecho y también tenía cortes muy profundos en forma de X en sus miembros y zona pélvica. En su frente habían grabado la letra "B" y faltaban otros trozos de su cuerpo.
Según la autopsia, aquellos trozos habían sido cortados con la precisión de un cirujano y "antes de morir".
Aunque todo esto es horrible y se podría pensar que no hay nada más que pueda ser más terrorífico, sí lo había. Sus mejillas habían sido rasgadas, cortadas, desde la comisura del labio hasta la oreja, dejando la mandíbula casi sin sujeción, de tal manera que la cara de Beth formaba una siniestra y escalofriante sonrisa.
Había sido violada post-mortem, desangrada y además, le habían introducido hierba y el trozo de rodilla que le faltaba en su vagina.
Las causas de su muerte fueron las múltiples fracturas del cráneo que habían sido producidas por un objeto romo y contundente, según los resultados de la autopsia que apuntaron a que aquellos golpes le habían producido una hemorragia cerebral.
El cadáver había sido transportado hasta aquel lugar, ya que no se encontró ni una gota de sangre en el cadáver ni en los alrededores, lo habían lavado antes de transportarlo, lo que dificultó la toma de huellas, porque sus dedos estaban arrugados por el agua.
Fueron muchos los agentes del FBI que se pusieron a trabajar para comparar 104 millones de archivos que contenían huellas dactilares y al final consiguieron identificar a la víctima como Elizabeth Short.
Las numerosas fotos que existen fueron tomadas por los periodistas, que en aquella época tenían acceso a las escenas de los crímenes, porque la policía no utilizaba precintos y además, también asistían a las autopsias y la policía compartía información con ellos abiertamente, dejando sólo los detalles.
Pronto comenzaron a editarse páginas y páginas de todos los periódicos con la imagen de Elizabeth Short en vida y cuando vieron su belleza y juventud, se volcaron en el caso convirtiéndolo en la historia del año.
Uno de los periodistas inventaría el apodo con el que Elizabeth Short ha pasado a la historia, "La Dalia Negra", en honor a una película de moda en aquellos momentos que se llamaba "La Dalia Azul", con Veronica Lake y la pasión por la ropa de color azabache que tenía Beth.
Este horrible crimen se convirtió en una prioridad para la policía de Los Angeles, que recibía más pistas falsas que válidas.
Recibieron miles de llamadas de personas que incluso confesaban haber matado a la Dalia, pero todo lo que decían era lo que ponía en los periódicos. Enfermos mentales, bromistas, vagabundos o gente con ganas de vivir su minuto de gloria llamaban dando pistas falsas.
Algunas de las pistas delataban a algún conocido y eso obligaba a la policía a investigar con más profundidad a esas personas, pero ninguna de estas denuncias sirvió par encontrar nada, normalmente eran viejas disputas o rencillas las que hacían que se fueran denunciando unos a otros.
En el caso de Beth trabajaron muchos agentes que rastrearon el lugar donde había aparecido y el vecindario de alrededor, buscando sospechosos, testigos o cualquier pista incriminatoria, pero tampoco obtuvieron resultados.
La autopsia, aunque fue exhaustiva en aquellos tiempos, no conducieron a ningún sitio, no disponían de la tecnología y conocimientos de ahora para aprovechar todas aquellas pruebas diseminadas por el cadáver de Beth.
Los zapatos y el bolso de Beth fueron encontrados en un cubo de basura a pocos kilómetros de donde había sido encontrado su cuerpo, pero tampoco pudieron sacar nada de aquel hallazgo.
También intentaron relacionar el asesinato de Beth con otros crímenes y así poder esclarecer los hechos, examinando otros cadáveres encontrados antes y después para intentar encontrar algo, pero sin ningún resultado.
Los crímenes del Torso eran los más parecidos a los de la Dalia. Habían ocurrido en Cleveland entre 1934 y 1938, que tampoco han sido resueltos hasta el momento. Finalmente la policía descartó la relación entre los casos aunque las víctimas también habían sido cortadas por la mitad en su cintura y en algunos casos habían sido desmembradas o decapitadas.
El 24 de enero de ese mismo año les llegaría la mejor pista. El periódico Examiner recibía un sobre sin remitente con las pertenencias personales de Beth, incluyendo fotos y una agenda con 75 nombres y a la que le faltaban algunas páginas. Aquel sobre y todo su contenido estaban impregnados de gasolina, que era un método muy rústico para borrar huellas dactilares.
En el sobre habían escrito con trozos de periódicos recortados: "Aquí están las pertenencias de la Dalia, les seguirá una carta".
No sacaron ninguna pista fiable de aquel sobre.
Los nombres que aparecían en la agenda fueron comprobados sin obtener resultados claros, porque todos coincidían en la misma historia, que habían conocido a Beth en la calle o en un bar, que habían tomado copas con ella y que cuando intentaban mantener relaciones sexuales con ella y Beth se negaba, se iban y no la volvían a ver.
Aquella carta que prometía el sobre llegaría después y en ella, el presunto asesino decía que se entregaría en un lugar y fecha determinados, pero el día que había indicado para entregarse envió otro anónimo donde decía que había cambiado de opinión y que jamás lo atraparían.
Se investigó a Cleo Short, el padre de Beth y a Robert "Red" Manley, que había sido el último hombre en verla con vida.
Su padre vivía a unos cinco kilómetros del lugar donde había sido encontrado el cuerpo, que averiguaron que llevaba cinco años sin verla y sin intenciones ni ganas de hacerlo. Se negó incluso a identificar el cadáver, que tuvo que hacerlo su madre trasladándose miles de kilómetros.
Descartado el padre, el sospechoso número uno era Red. Su carácter violento y sus antecedentes psiquiátricos no bastaron para incriminarlo, fue exonerado. Tenía una coartada sólida y además pasó dos veces la prueba del polígrafo. Años después se sometería también a la del pentotal sódico, que es el famoso suero de la verdad.
Seguían investigando el entorno de Beth, averiguando y demostrando que su vida había sido un desbarajuste, que no tenía amigos íntimos y que nunca había ido por el camino correcto, por lo que comenzaron a pensar que el asesino podía haber sido un ligue casual.
También manejaron la teoría de que las heridas de Beth habían sido realizadas por un cirujano o alguien que tuviera conocimientos dentro de esa rama.
Incluso pensaron en la posibilidad de que hubiera sido una mujer la responsable del brutal crimen y que haberla cortado en dos, podría haber sido para facilitar el transporte al tener menos fuerza que un hombre.
La lista de posibles sospechosos cada vez era más grande, incluyendo también a mujeres.
Había una lista principal con 22 hombres, además de otros "presuntos culpables" como el mafioso Bugsy Siegel o el director de cine Orson Welles.
Mark Hansen: propietario de un club nocturno de Los Ángeles. Conocía a Beth, e incluso la hospedó en su casa en varias ocasiones. Sin historial criminal o de violencia. La agenda encontrada en el sobre era suya, aunque dijo que nunca la había utilizado, era Beth quien lo hacía. Fue una de las últimas personas en hablar con ella, aunque sus informes sobre el contenido de la conversación eran contradictorios. Al parecer intentó acostarse con Beth infructuosamente. Entre sus amigos se contaban varios médicos y, según algunos rumores, la mafia. Nunca se le descartó del todo, aunque nunca se encontraron suficientes pruebas en su contra.
- Dr. Patrick S. O’Reilly: amigo de Mark Hansen, conoció a Beth a través de él. Habitual en fiestas y orgías de las playas de Malibú. Amplio historial de violencia ligada al sexo, ingresado en prisión por secuestrar a su secretaria y golpearla hasta dejarla medio muerta para acostarse con ella. Su pecho derecho había sido extirpado quirúrgicamente, de modo similar a las heridas de Beth. No se encontraron pruebas concluyentes en su contra. Habría que añadir que estuvo casado con la hija de un capitán de policía.
- Carl Balsiger: su nombre aparecía en un papel que venía en el famoso sobre. Historial de violencia ligada a actos sexuales. Algunos informes sugerían que Balsiger había conocido a Beth en Camp Cooke, donde había sufrido un consejo de guerra por su culpa, con el resultado de que fue enviado al extranjero. No se encontraron pruebas consistentes de que este hecho fuera verídico o de que Balsiger fuese dicho soldado. Lo que sí se sabe es que la conocía y había quedado con Beth en repetidas ocasiones a lo largo de los años, la última el 8 de diciembre de 1946. Su hermano Claude Welsh fue juzgado y absuelto por un asesinato similar al de la Dalia en su pueblo natal, y también fue sospechoso con idéntico resultado: pruebas demasiado vagas y circunstanciales para llegar a alguna parte.
- Dr. George Hodel: médico de familia con un largo historial de conductas sexuales cuestionables, acusado en 1949 de abuso de menores por su hija de 14 años. Esto hizo que se investigase su posible relación con el caso de la Dalia. Aunque una testigo dijo haber vivido con el sospechoso en el Hotel Biltmore, y allí haber visto a Hodel con Beth repetidas ocasiones, no se pudo encontrar a nadie que confirmara dicha historia ni que siquiera le situase en posición de conocerla.
- Marvin Margolis: soldado licenciado de la Marina por inestabilidad mental, debida principalmente a su obsesión insana de ser destinado al servicio de cirugía, para el cual había estudiado un curso. Vivió con Beth, su amigo Bill Robinson y la amiga de ella Marjorie Graham en un piso compartido en octubre de 1946 (Beth dormía en el sofá y los otros tres en la cama). Daba el perfil psicológico, pero no había ninguna otra prueba en su contra.
Ninguno de los sospechosos pudo ser procesado por falta de pruebas.
Aunque han pasado varias décadas, todavía sigue la investigación abierta y hay gente que sigue llamando con supuestas pistas, con fotos, cartas, etc. También exigen el esclarecimiento del caso algunos familiares lejanos de Beth.
Elizabeth Short llenó miles de páginas de prensa y lo sigue haciendo, libros, películas.
Era una chica con una vida difícil, que nunca pudo contar con nadie, no consiguió amistades estables, como tampoco logró el apoyo de su padre.
Se pasó su corta vida en busca de dos sueños, el amor y lograr ser una estrella de cine.
La única persona que tenía en el mundo era a su madre, con la que tampoco podía contar ya que nunca quiso alertarla de los problemas que tenía y la situación que estaba viviendo por miedo a que también la abandonara.
Nunca se entenderá la brutalidad de aquel crimen, esa forma tan salvaje de torturar a una chica tan indefensa y a la vez inofensiva. Cuesta creer que existan personas tan despiadadas, crueles y malvadas, pero lo que más cuesta es saber que esa "cosa", nunca pagó por el crimen que cometió.
Este artículo también se ha publicado en Destylou - Misterios
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