Enriqueta Martí Ripollés, nació en San Felíu de Llobregat - Barcelona - España, en el año 1868 y murió el 12 de mayo de 1913.
Más conocida como "La vampiresa de Barcelona" o "La vampira del carrer de Ponent".
Enriqueta llegó a Barcelona desde Sant Felíu de Llobregat muy joven, allí trabajaba como niñera aunque al poco tiempo comenzó a ejercer la prostitución.
Trabajaba en burdeles y zonas donde las prostitutas se reunían para captar a clientes, como el Portal de Santa Madrona o el Puerto de Barcelona.
En el año 1895 se casó con Joan Pujaló, un pintor artístico, pero no duraron mucho tiempo y su matrimonio fracasó. Según Joan, Enriqueta tenía afición por los hombres y su carácter era extraño, impredecible, falso.. También recibía continuamente visitas muy extrañas en la casa, personas de mala vida.
Aunque Enriqueta estaba casada, no dejó la prostitución ni su ambiente.
Finalmente la pareja se reconcilió y se volvió a separar seis veces más. Nunca tuvieron hijos.
Durante el día, Enriqueta mendigaba y pedía en casas de caridad, conventos y parroquias. Vestía harapos y muchas veces llevaba a niños cogidos de la mano haciéndolos pasar por sus hijos. Después, a estos mismos niños los prostituía y después los asesinaba.
Enriqueta tenía suficiente dinero para no tener que mendigar, con sus dos trabajos como proxeneta y prostituta ganaba lo suficiente, pero esa era su estrategia.
Por la noche se vestía con las ropas más lujosas, pelucas, sombreros y se iba a zonas de gente pudiente, como el Teatro del Liceo, Casino de la Arrabassada y otros lugares típicos de la clase más acomodada de Barcelona.
Se cree que en estos sitios ofrecía sus servicios como proxeneta especializada en niños.
En 1909, fue detenida en su casa de la calle Minerva en Barcelona, acusada de regentar un burdel donde se ofrecían servicios sexuales de menores de entre 3 y 14 años. También fue detenido un joven de una familia de posición social alta.
Pero Enriqueta tenía muchos contactos con la clase alta y eso la ayudó a que nunca tuviera un juicio por el asunto del burdel. Aquel proceso se perdió en el olvido y no le llegó a pasar nada.
A Enriqueta no le bastaba con ser proxeneta de niños y ejercer ella misma la prostitución entre la clase alta, también era curandera. Los productos que utilizaba para fabricar sus remedios estaban compuestos de restos humanos de los niños que mataba. En aquellos momentos asesinaba tanto a bebés como a niños más mayores.
De ellos aprovechaba casi todo, la sangre, grasa, cabellos y huesos, que transformaba en polvo. Es por esta razón por la que nunca tuvo problemas para deshacerse de los cuerpos de aquellas criaturas.
Ella ofrecía pomadas, ungüentos, filtros, cataplasmas y otras pociones, especialmente para curar la tuberculosis que en aquella época era tan temida y que acabó con la vida de tantas personas. También utilizaba sus remedios para otras enfermedades que no tenían remedio ni cura en la medicina tradicional.
La gente de clase alta pagaba grandes sumas de dinero por estos remedios que ofrecía.
Nunca se ha llegado a saber el número de niños que secuestró y asesinó. Cuando fue detenida en su piso del barrio del Raval, Calle Ponent 29 (hoy Joaquín Costa), se encontraron los huesos de 12 niños.
La Vampiresa de Barcelona es la asesina en serie más mortífera que ha habido en España. Aunque no se sabe el número de niños que mató, se cree que fueron muchísimos, ya que llevaba muchos años haciéndolo. En Barcelona, en aquellos años, se sospechaba que alguien se llevaba a los bebés y muchos niños desaparecieron sin dejar rastro, en la población había mucho temor.
Su última víctima, Teresita Guitart Congost, fue secuestrada el 10 de febrero de 1912. La gente estuvo buscando a la niña durante dos semanas, estaban indignados y así demostraron que el temor de la población era cierto y que alguien se estaba llevando a los niños y que la las autoridades no habían investigado este tema.
Claudia Elías, una vecina de las típicas "cotillas", encontró la pista de Teresita. El 17 de febrero de 1912 vio a una niña con el cabello rapado mirando desde un finestrón del patio interior de su escalera. Ella vivía en el entresuelo del número 29 de la Calle de Ponent y era la primera vez que veía a esa niña.
La niña estaba jugando con otra niña y Claudia le preguntó a su vecina cuando la vio aparecer por la ventana que si esa niña era suya, aquella vecina era Enriqueta martí, que cerró la ventana sin contestarle.
Claudia se extrañó mucho y le contó lo que había pasado al colchonero de la misma calle con el que tenía una amistad, además de decirle que sospechaba que esa niña era Teresita Guitart Congost y al mismo tiempo que sospechaba de su vecina y la vida que llevaba.
El colchonero le comunicó esto a un agente municipal, José Asens. Le hizo saber las sospechas que tenían de lo que estaba pasando en aquel entresuelo de Enriqueta y éste, a su vez, se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.
El 27 de febrero, el brigada Ribot y dos agentes más, fueron a buscar a Enriqueta con la excusa de una denuncia por pertenencia de gallinas en el piso. Enriqueta se encontraba en el patio de la calle Ferlandina. Le dijeron la denuncia que había en su contra y se la llevaron a su casa.
Enriqueta se mostró muy sorprendida pero en ningún momento opuso resistencia, seguramente para no levantar sospechas.
Cuando los agentes entraron en el piso de la asesina, encontraron a dos niñas, una de ellas era Teresita Guitart Congost y la otra se llamaba Angelita.
Teresita fue devuelta a sus padres después de haber declarado y explicar cómo Enriqueta se la había llevado.
La niña dijo que en un momento que se alejó de su madre, Enriqueta se la llevó de la mano prometiéndole caramelos, pero cuando ella se dio cuenta de que se la estaba llevando lejos de su casa, quiso volver y Enriqueta la cubrió con un trapo negro cogiéndola por la fuerza y llevándosela a su piso. Cuando llegaron, Enriqueta le cortó el pelo y le cambió el nombre por el de Felicidad, diciéndole que no tenía padres y que ella era su madrastra, que así la llamaría cuando saliesen a la calle.
Las mal alimentaba con patatas y pan duro. Aunque no les propinaba golpes, las pellizcaba y prohibía que salieran a las ventanas y balcones.
Teresita también dijo que las solía dejar solas y que un día se atrevieron a mirar en las habitaciones donde Enriqueta les había prohibido entrar. Allí encontraron un saco con ropa de niña que estaba llena de sangre y un cuchillo lleno de sangre (que era con el que deshuesaba).
Durante todo el tiempo que Teresita estuvo secuestrada no salió de la casa.
Angelita también hizo su declaración y ésta, era mucho más aterradora.
Antes de que llegara Teresita a la casa, había otro niño de cinco años que se llamaba Pepito. La niña vio como Enriqueta, a la que ella llamaba mamá, lo había matado en la mesa de la cocina.
Según la niña, Enriqueta no se dio cuenta de que la niña había visto aquello y Angelilta salió corriendo para esconderse en la cama y hacerse la dormida.
Angelita no sabía sus apellidos y afirmaba que Enriqueta le había dicho que su padre se llamaba Joan. Según Enriqueta, era su hija y de Joan Pujaló.
Joan se personó ante el juez por voluntad propia para saber sobre la detención de su esposa y declaró que hacía años que no vivía con ella y que no tenían hijos, que tampoco sabía de donde había salido Angelita, por lo que la identidad verdadera de la niña se veía difícil de averigüar.
Finalmente Enriqueta declaró que se la había cogido a su cuñada cuando era una recién nacida, a la que había hecho creer que la niña había muerto al nacer.
Cuando inspeccionaron el piso por segunda vez, encontraron el saco del que hablaban las niñas, que contenía ropa de niños llena de sangre y el cuchillo. También encontraron otro saco con ropa sucia y que en el fondo tenía huesos humanos de pequeñas dimensiones, al menos treinta.
Los huesos tenían marcas como de haber estado expuestos al fugo.
También encontraron un salón que estaba muy bien decorado con un armario con vestidos muy bonitos de niño y niña. El salón contrastaba con el resto del piso, que era austero, pobre y maloliente.
Había otra habitación cerrada con llave, en la que encontraron el horror que escondía Enriqueta Martí. Allí habían unas cincuenta jarras, palanganas con restos humanos en conservación: grasa hecha manteca, sangre coagulada, cabellos de niños, potes, esqueletos de manos, polvo de huesos, potes con las pociones, ungüentos preparados para su venta y pomadas.
Siguieron inspeccionando, registrando pisos donde Enriqueta había vivido: uno en la calle Tallers y otro en la calle Picalqués y una casita en la calle Jocs Florarls en Sants. En cada uno de ellos encontraron falsas paredes y en los techos restos humanos.
En el jardín de la calle del Jocs Florarls, encontraron una calavera de un niño de tres años y otros huesos de niños de 3, 6 y 8 años. Algunos de los restos todavía tenían piezas de ropa, como un calcetín zurzido, que daba a entender que era pobre, por lo que aquello dio la pista de que Enriqueta tenía costumbre de secuestrar a niños de familias muy pobres y de escasos recursos para buscar a sus hijos desaparecidos.
En otra vivienda de Sant Feliú de Llobregat, propiedad de la familia de Enriqueta, se encontraron restos de más niños en jarrones y potes, además de algunos libros de remedios. Esta casa pertenecía a la familia de Enriqueta y era conocida en la población por el sobrenombre de "Lindo", pero estaba cerrada por la mala administración del padre de Enriqueta, según declaró el marido de la asesina, Joan Pujaló.
En el piso de la calle Ponent encontraro un libro muy antiguo con tapas de pergamino, un libro de notas con recetas escritas y posiciones con una caligrafía muy elegante, un paquete de cartas y notas escritas en lenguaje cifrado y una lista con nombres de familias y personalidades muy importantes de Barcelona.
La lista fue muy polémica entre la población, ya que se creyó que era la lista de los clientes más ricos de Enriqueta, los que pagaban por la atrocidad de comprar restos humanos para curar su salud por el hecho de ser ricos o por sus crímenes de pederastia.
La policía intentó que esta lista no viera la luz, pero corrió el rumor de que habían políticos, médicos, empresarios o banqueros.
La Semana Trágica estaba muy presente entre las autoridades y con el temor de que hubiera aun motín popular, calmaron los ánimos de la gente haciendo que el "ABC" publicara un artículo donde se explicaba que en la famosa lista habían solamente nombres de personas a las que Enriqueta mendigaba y que estas familias y personalidades habían sido estafadas por las mentiras y ruegos de la asesina.
Enriqueta fue encarcelada en la prisión "Reina Amalia" (demolida en 1936), en espera de juicio.
Allí intentó suicidarse cortándose las venas con un cuchillo de madera, algo que hizo estallar la indignación popular porque la gente quería que Enriqueta llegase a juicio y fuese ajusticiada con el "garrote vil".
Las autoridades de la prisión hicieron saber por medio de la prensa que habían tomado medidas especiales para que Enriqueta no se quedara nunca sola, haciendo que tres de las reclusas con más carisma de la prisión compartieran celda con ella. Las presas tenían instrucciones específicas de destaparle las sábanas en caso de que se tapara y así evitar que se abriese las venas con los dientes.
Ni con estos cuidados fue posible, Enriqueta nunca fue a juicio por sus crímenes. Un año y tres meses después de ser detenida murió. Esto causó gran conmoción y mucha indignación entre la gente.
Unas presas la lincharon en el patio del penal acabando con su vida. En aquellos momentos el proceso de la asesina se encontraba en fase de instrucción.
Con el asesinato de Enriqueta no hubo oportunidad de que en el juicio se supiese toda la verdad y secretos que escondía esta cruel asesina.
El 12 de mayo de 1913, Enriqueta Martí murió de una larga enfermedad (para calmar al pueblo) aunque en realidad falleció como resultado de la brutal paliza que le propinaron sus compañeras de cárcel.
Fue enterrada en una fosa común del Cementerio del Sudoeste, en la montaña de Montjuic de Barcelona con la mayor discreción.
No pudo ir a juicio pero hay algunas declaraciones de Enriqueta:
Cuando fue interrogada por la presencia de Teresita en su casa, ella dijo que se la había encontrado perdida y famélica el día antes en la Ronda de sant Pau. Claudia desmintió aquello, ya que la había visto en la casa muchos días antes de la detención de la asesina.
Más conocida como "La vampiresa de Barcelona" o "La vampira del carrer de Ponent".
Enriqueta llegó a Barcelona desde Sant Felíu de Llobregat muy joven, allí trabajaba como niñera aunque al poco tiempo comenzó a ejercer la prostitución.
Trabajaba en burdeles y zonas donde las prostitutas se reunían para captar a clientes, como el Portal de Santa Madrona o el Puerto de Barcelona.
En el año 1895 se casó con Joan Pujaló, un pintor artístico, pero no duraron mucho tiempo y su matrimonio fracasó. Según Joan, Enriqueta tenía afición por los hombres y su carácter era extraño, impredecible, falso.. También recibía continuamente visitas muy extrañas en la casa, personas de mala vida.
Aunque Enriqueta estaba casada, no dejó la prostitución ni su ambiente.
Finalmente la pareja se reconcilió y se volvió a separar seis veces más. Nunca tuvieron hijos.
Durante el día, Enriqueta mendigaba y pedía en casas de caridad, conventos y parroquias. Vestía harapos y muchas veces llevaba a niños cogidos de la mano haciéndolos pasar por sus hijos. Después, a estos mismos niños los prostituía y después los asesinaba.
Enriqueta tenía suficiente dinero para no tener que mendigar, con sus dos trabajos como proxeneta y prostituta ganaba lo suficiente, pero esa era su estrategia.
Por la noche se vestía con las ropas más lujosas, pelucas, sombreros y se iba a zonas de gente pudiente, como el Teatro del Liceo, Casino de la Arrabassada y otros lugares típicos de la clase más acomodada de Barcelona.
Se cree que en estos sitios ofrecía sus servicios como proxeneta especializada en niños.
En 1909, fue detenida en su casa de la calle Minerva en Barcelona, acusada de regentar un burdel donde se ofrecían servicios sexuales de menores de entre 3 y 14 años. También fue detenido un joven de una familia de posición social alta.
Pero Enriqueta tenía muchos contactos con la clase alta y eso la ayudó a que nunca tuviera un juicio por el asunto del burdel. Aquel proceso se perdió en el olvido y no le llegó a pasar nada.
A Enriqueta no le bastaba con ser proxeneta de niños y ejercer ella misma la prostitución entre la clase alta, también era curandera. Los productos que utilizaba para fabricar sus remedios estaban compuestos de restos humanos de los niños que mataba. En aquellos momentos asesinaba tanto a bebés como a niños más mayores.
De ellos aprovechaba casi todo, la sangre, grasa, cabellos y huesos, que transformaba en polvo. Es por esta razón por la que nunca tuvo problemas para deshacerse de los cuerpos de aquellas criaturas.
Ella ofrecía pomadas, ungüentos, filtros, cataplasmas y otras pociones, especialmente para curar la tuberculosis que en aquella época era tan temida y que acabó con la vida de tantas personas. También utilizaba sus remedios para otras enfermedades que no tenían remedio ni cura en la medicina tradicional.
La gente de clase alta pagaba grandes sumas de dinero por estos remedios que ofrecía.
Nunca se ha llegado a saber el número de niños que secuestró y asesinó. Cuando fue detenida en su piso del barrio del Raval, Calle Ponent 29 (hoy Joaquín Costa), se encontraron los huesos de 12 niños.
La Vampiresa de Barcelona es la asesina en serie más mortífera que ha habido en España. Aunque no se sabe el número de niños que mató, se cree que fueron muchísimos, ya que llevaba muchos años haciéndolo. En Barcelona, en aquellos años, se sospechaba que alguien se llevaba a los bebés y muchos niños desaparecieron sin dejar rastro, en la población había mucho temor.
Su última víctima, Teresita Guitart Congost, fue secuestrada el 10 de febrero de 1912. La gente estuvo buscando a la niña durante dos semanas, estaban indignados y así demostraron que el temor de la población era cierto y que alguien se estaba llevando a los niños y que la las autoridades no habían investigado este tema.
Claudia Elías, una vecina de las típicas "cotillas", encontró la pista de Teresita. El 17 de febrero de 1912 vio a una niña con el cabello rapado mirando desde un finestrón del patio interior de su escalera. Ella vivía en el entresuelo del número 29 de la Calle de Ponent y era la primera vez que veía a esa niña.
La niña estaba jugando con otra niña y Claudia le preguntó a su vecina cuando la vio aparecer por la ventana que si esa niña era suya, aquella vecina era Enriqueta martí, que cerró la ventana sin contestarle.
Claudia se extrañó mucho y le contó lo que había pasado al colchonero de la misma calle con el que tenía una amistad, además de decirle que sospechaba que esa niña era Teresita Guitart Congost y al mismo tiempo que sospechaba de su vecina y la vida que llevaba.
El colchonero le comunicó esto a un agente municipal, José Asens. Le hizo saber las sospechas que tenían de lo que estaba pasando en aquel entresuelo de Enriqueta y éste, a su vez, se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.
El 27 de febrero, el brigada Ribot y dos agentes más, fueron a buscar a Enriqueta con la excusa de una denuncia por pertenencia de gallinas en el piso. Enriqueta se encontraba en el patio de la calle Ferlandina. Le dijeron la denuncia que había en su contra y se la llevaron a su casa.
Enriqueta se mostró muy sorprendida pero en ningún momento opuso resistencia, seguramente para no levantar sospechas.
Cuando los agentes entraron en el piso de la asesina, encontraron a dos niñas, una de ellas era Teresita Guitart Congost y la otra se llamaba Angelita.
Teresita fue devuelta a sus padres después de haber declarado y explicar cómo Enriqueta se la había llevado.
La niña dijo que en un momento que se alejó de su madre, Enriqueta se la llevó de la mano prometiéndole caramelos, pero cuando ella se dio cuenta de que se la estaba llevando lejos de su casa, quiso volver y Enriqueta la cubrió con un trapo negro cogiéndola por la fuerza y llevándosela a su piso. Cuando llegaron, Enriqueta le cortó el pelo y le cambió el nombre por el de Felicidad, diciéndole que no tenía padres y que ella era su madrastra, que así la llamaría cuando saliesen a la calle.
Las mal alimentaba con patatas y pan duro. Aunque no les propinaba golpes, las pellizcaba y prohibía que salieran a las ventanas y balcones.
Teresita también dijo que las solía dejar solas y que un día se atrevieron a mirar en las habitaciones donde Enriqueta les había prohibido entrar. Allí encontraron un saco con ropa de niña que estaba llena de sangre y un cuchillo lleno de sangre (que era con el que deshuesaba).
Durante todo el tiempo que Teresita estuvo secuestrada no salió de la casa.
Angelita también hizo su declaración y ésta, era mucho más aterradora.
Antes de que llegara Teresita a la casa, había otro niño de cinco años que se llamaba Pepito. La niña vio como Enriqueta, a la que ella llamaba mamá, lo había matado en la mesa de la cocina.
Según la niña, Enriqueta no se dio cuenta de que la niña había visto aquello y Angelilta salió corriendo para esconderse en la cama y hacerse la dormida.
Angelita no sabía sus apellidos y afirmaba que Enriqueta le había dicho que su padre se llamaba Joan. Según Enriqueta, era su hija y de Joan Pujaló.
Joan se personó ante el juez por voluntad propia para saber sobre la detención de su esposa y declaró que hacía años que no vivía con ella y que no tenían hijos, que tampoco sabía de donde había salido Angelita, por lo que la identidad verdadera de la niña se veía difícil de averigüar.
Finalmente Enriqueta declaró que se la había cogido a su cuñada cuando era una recién nacida, a la que había hecho creer que la niña había muerto al nacer.
Cuando inspeccionaron el piso por segunda vez, encontraron el saco del que hablaban las niñas, que contenía ropa de niños llena de sangre y el cuchillo. También encontraron otro saco con ropa sucia y que en el fondo tenía huesos humanos de pequeñas dimensiones, al menos treinta.
Los huesos tenían marcas como de haber estado expuestos al fugo.
También encontraron un salón que estaba muy bien decorado con un armario con vestidos muy bonitos de niño y niña. El salón contrastaba con el resto del piso, que era austero, pobre y maloliente.
Había otra habitación cerrada con llave, en la que encontraron el horror que escondía Enriqueta Martí. Allí habían unas cincuenta jarras, palanganas con restos humanos en conservación: grasa hecha manteca, sangre coagulada, cabellos de niños, potes, esqueletos de manos, polvo de huesos, potes con las pociones, ungüentos preparados para su venta y pomadas.
Siguieron inspeccionando, registrando pisos donde Enriqueta había vivido: uno en la calle Tallers y otro en la calle Picalqués y una casita en la calle Jocs Florarls en Sants. En cada uno de ellos encontraron falsas paredes y en los techos restos humanos.
En el jardín de la calle del Jocs Florarls, encontraron una calavera de un niño de tres años y otros huesos de niños de 3, 6 y 8 años. Algunos de los restos todavía tenían piezas de ropa, como un calcetín zurzido, que daba a entender que era pobre, por lo que aquello dio la pista de que Enriqueta tenía costumbre de secuestrar a niños de familias muy pobres y de escasos recursos para buscar a sus hijos desaparecidos.
En otra vivienda de Sant Feliú de Llobregat, propiedad de la familia de Enriqueta, se encontraron restos de más niños en jarrones y potes, además de algunos libros de remedios. Esta casa pertenecía a la familia de Enriqueta y era conocida en la población por el sobrenombre de "Lindo", pero estaba cerrada por la mala administración del padre de Enriqueta, según declaró el marido de la asesina, Joan Pujaló.
En el piso de la calle Ponent encontraro un libro muy antiguo con tapas de pergamino, un libro de notas con recetas escritas y posiciones con una caligrafía muy elegante, un paquete de cartas y notas escritas en lenguaje cifrado y una lista con nombres de familias y personalidades muy importantes de Barcelona.
La lista fue muy polémica entre la población, ya que se creyó que era la lista de los clientes más ricos de Enriqueta, los que pagaban por la atrocidad de comprar restos humanos para curar su salud por el hecho de ser ricos o por sus crímenes de pederastia.
La policía intentó que esta lista no viera la luz, pero corrió el rumor de que habían políticos, médicos, empresarios o banqueros.
La Semana Trágica estaba muy presente entre las autoridades y con el temor de que hubiera aun motín popular, calmaron los ánimos de la gente haciendo que el "ABC" publicara un artículo donde se explicaba que en la famosa lista habían solamente nombres de personas a las que Enriqueta mendigaba y que estas familias y personalidades habían sido estafadas por las mentiras y ruegos de la asesina.
Enriqueta fue encarcelada en la prisión "Reina Amalia" (demolida en 1936), en espera de juicio.
Allí intentó suicidarse cortándose las venas con un cuchillo de madera, algo que hizo estallar la indignación popular porque la gente quería que Enriqueta llegase a juicio y fuese ajusticiada con el "garrote vil".
Las autoridades de la prisión hicieron saber por medio de la prensa que habían tomado medidas especiales para que Enriqueta no se quedara nunca sola, haciendo que tres de las reclusas con más carisma de la prisión compartieran celda con ella. Las presas tenían instrucciones específicas de destaparle las sábanas en caso de que se tapara y así evitar que se abriese las venas con los dientes.
Ni con estos cuidados fue posible, Enriqueta nunca fue a juicio por sus crímenes. Un año y tres meses después de ser detenida murió. Esto causó gran conmoción y mucha indignación entre la gente.
Unas presas la lincharon en el patio del penal acabando con su vida. En aquellos momentos el proceso de la asesina se encontraba en fase de instrucción.
Con el asesinato de Enriqueta no hubo oportunidad de que en el juicio se supiese toda la verdad y secretos que escondía esta cruel asesina.
El 12 de mayo de 1913, Enriqueta Martí murió de una larga enfermedad (para calmar al pueblo) aunque en realidad falleció como resultado de la brutal paliza que le propinaron sus compañeras de cárcel.
Fue enterrada en una fosa común del Cementerio del Sudoeste, en la montaña de Montjuic de Barcelona con la mayor discreción.
No pudo ir a juicio pero hay algunas declaraciones de Enriqueta:
Cuando fue interrogada por la presencia de Teresita en su casa, ella dijo que se la había encontrado perdida y famélica el día antes en la Ronda de sant Pau. Claudia desmintió aquello, ya que la había visto en la casa muchos días antes de la detención de la asesina.
También había cambiado su primer apellido, de Martí a Marina. Con este falso apellido se hacía conocer y alquilaba los pisos de los que casi siempre la echaban por no pagar las rentas. Durante las declaraciones a la policía confesó su auténtico apellido, algo que corroboró su marido Joan Pujaló.
La interrogaron por la presencia de huesos y otros restos humanos, así como por las pociones, cataplasmas, cremas, pomadas y botellas con sangre que habían preparadas para vender y que se encontraban en las casas, así como aquel cuchillo para desguazar.
Le hicieron saber que los huesos habían sido sometidos a altas temperaturas, quemados o cocidos, según los forenses.
La asesina, primero argumentó que ella hacía estudios de anatomía humana, aunque presionada por los interrogatorios acabó confesando que era curandera y que utilizaba a los niños como materia prima para fabricar sus remedios.
También dijo que era una experta y que sabía como confeccionar los mejores remedios, que sus preparados eran muy bien pagados por la gente más adinerada de la ciudad y por aquellos de mejor posición social.
Hubo un momento de debilidad en el que sugirió que se investigaran las viviendas de las calles Tallers, Picalqués, Jocs Florals y su casa de Sant Felíu de Llobregat. En aquel momento, ya sabía que estaba condenada y quería beneficiarse por los servicios que había dado como proxeneta a los pedófilos, pero no llegó a decir ni un solo nombre de ninguno de sus clientes.
Cuando le preguntaron por Pepito, ella dijo que ya no estaba con ella porque se lo había llevado al campo al ponerse enfermo. Le dio la misma excusa que a Claudia, cuando ésta le preguntó por el niño al extrañarle no verlo ni escucharlo.
Según Enriqueta, Pepito había llegado a sus manos porque una familia se lo había confiado para que se hiciera cargo de él.
Las autoridades sabían de la existencia de Pepito gracias al testimonio de la niña y la vecina, ya que una había convivido con él y la vecina lo había visto en alguna ocasión.
Cuando Angelita explicó el asesinato, además de las pruebas que encontraron en el saco que contenía la ropa y cuchillo, además de los restos de grasa fresca, sangre y huesos, no creyeron la excusa de la asesina.
Los restos eran de Pepito.
Enriqueta tampoco llegó a decir nada sobre la familia que "supuestamente" se lo había confiado, quedando más que claro que el niño había sido secuestrado como otros muchos.
Hubo una aragonesa que reconoció a Enriqueta como la secuestradora de su bebé, de tan sólo unos meses, seis años antes, en 1906. Al parecer, Enriqueta se comportó con una extraordinaria amabilidad hacia la mujer, que estaba exhausta y famélica por el largo viaje desde su tierra a Barcelona, entonces consiguió que le dejara al bebé. Se alejó con una excusa de la madre y desapareció. La mujer jamás logró recuperar a su hijo ni tampoco llegó a saber qué se hizo con él, seguramente ese bebé formo parte de todos los remedios de la asesina.
A Angelita la intentó hacer pasar por hija de ella y de Joan Pujaló, incluso enseñó a la niña para que dijera que su padre se llamaba Joan, pero la niña desconocía sus apellidos y no había visto nunca a su supuesto padre.
Joan negó la paternidad de esa niña, ya que nunca la había visto y Enriqueta ya le había mentido en ocasiones anteriores con falsos embarazos y falsos partos. En un exámen médico, se comprobó que Enriqueta no había parido nunca.
Finalmente Enriqueta dijo que Angelina era hija de su cuñada Maria Pujaló, que se la había robado cuando asistió al parto y le había dicho a su legítima madre que la criatura había muerto al nacer.
No existen otros testimonios de Enriqueta, ya que no hubo juicio y no se le pudieron hacer las preguntas que habían estudiado durante meses sobre este caso.
La Vampiresa de Barcelona pasó a la historia negra de España y del mundo en cuanto a crímenes en serie.
Durante muchos años se ha recordado a esta asesina con horror, formando parte de las pesadillas de muchas personas que vivieron en aquella época pensando lo que podía haber pasado con sus propios hijos y peor todavía, el lamento de las personas que los habían perdido sin imaginarse nunca que habían sido secuestrados para ser vendidos a pedófilos, torturados, asesinados y utilizados para comerciar con cada uno de los elementos que componían sus pequeños cuerpos.
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