Nació en 1412, en Domrémy - Valle del Mosa - Francia, en el seno de una familia campesina.
Desde muy pequeña conoció la crueldad de la guerra y su propia familia tuvo que huir para poder sobrevivir a una horda de bandoleros que saqueó la aldea, destruyendo su casa entre otras y incendiando la iglesia.
Su vida transcurrió con normalidad pero ella se sintió elegida por Dios y eso la convirtió en una mujer extraordinaria.
Cuando tenía 13 años y coincidiendo con la derrota de los franceses ante el monte Saint-Michel, se le apareció por primera vez el arcángel San Miguel, que era el protector de Francia, al cual vio y escuchó muchas veces.
También escuchó las voces de Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita, dos mártires de principios de la historia del cristianismo, que la guiarían a lo largo de toda su vida.
Esas voces le proponían un destino: que debía de unirse al ejército del rey de Francia, levantar el asedio inglés de la ciudad de Orleans y ver al delfín Carlos coronado en la catedral de Reims, lo que devolvería la lealtad de París al monarca francés.
Viajó hasta Vaucouleurs en 1428 para unirse a las tropas del príncipe Carlos, pero fue rechazada. Pocos meses después, el asedio de Orleans por los ingleses agravó la que ya era delicada situación francesa y obligó al delfín a refugiarse en Chinon. Allí acudió Juana con una escolta facilitada por Roberto de Baudricourt, para informar a Carlos acerca del carácter de su misión.
Éste, la hizo examinar por varios teólogos y finalmente accedió. El 8 de mayo de 1429 Juana de Arco se puso al frente del ejército francés y logró liberar a la ciudad de Orleans.
Cuando consiguió su cometido, Juana de Arco dejó de escuchar sus voces interiores y pidió permiso para poder volver a casa, pero ante la insistencia de quienes le pedían que se quedara, continuó combatiendo.
El mismo año, Carlos VII fue coronado Rey de Reims, de esta manera se cumplía la segunda misión que San Miguel le había encomendado, lo que constituía un duro golpe para los partidarios de la doble monarquía francoinglesia encarnada por el rey de Inglaterra.
Estuvo en el ataque contra París de septiembre de 1429 y después en el asedio de Compègne, donde fue capturada por los borgoñones el 24 de mayo de 1430.
Se la entregaron a los ingleses y fue trasladada a Ruán y juzgada por un tribunal eclesiástico acusada de brujería. Argumentaban que las voces que le hablaban procedían del diablo, con lo cual se pretendía presentar a Carlos VII como seguidor de una bruja para así poder desprestigiarlo.
Desde el comienzo de su proceso judicial, el tribunal seguía un objetivo que al final consiguió: que Juana negara que había tenido revelaciones, y que abjurara de todas sus palabras y actos realizados contra la iglesia. El proceso inquisitorial duro tres meses y fue declarada culpable de herejía y hechicera, pese a que ella intentaba defender su inocencia, acabó por retractarse de sus afirmaciones, lo que le permitió conmutar la sentencia de muerte inicial por la de cadena perpetua.
Ella misma confesó que había negado la veracidad de sus palabras "por miedo al fuego" y se ratificó en sus creencias y poderes: "Si digo que Dios me envió, seré condenada, pero en verdad fue Dios quien me envió".
Después de esto, fue condenada a la hoguera y ejecutada el 230 de mayo de 1431 en la plaza del mercado viejo de Ruán.
Hubo un rumor durante mucho tiempo que decía que ella no había muerto en la hoguera porque la habían cambiado por otra muchacha para poder casarse posteriormente con Roberto des Armoises.
En 1455 Carlos VII impulsó la rehabilitación de Juana y lo consiguió. En 1456, fue rehabilitada solemnemente por el papa Calixto III, que promovió la revisión del proceso.
Fue considerada una mártir y convertida en el símbolo de la unidad francesa.
La beatificaron en 1909 y canonizada en 1920 por la iglesia. Ese mismo año Francia la proclamó su patrona.
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