Es un personaje conocido en las sabanas de Portuguesa.
Según la leyenda, mató a su padre para comerle la asadura (hígado, corazón e intestinos).
Los pueblerinos tienen varias versiones:
Un día quiso comerse asadura de ganado y su padre salió a cazar al antojo de su hijo, pero no tuvo suerte. El muchacho estaba muy mimado y cuando vió padre no había regresado y tardaba, salió a buscarlo y de camino lo encontró con las manos vacías, no había conseguido traerle lo que le había pedido, por lo que lo mató.
Le sacó las vísceras y se las llevo a su madre para que se las cocinara. Como el muchacho no se llevaba bien con su padre, la madre pensó que podían ser las vísceras de él y se lo preguntó, el joven le confesó la verdad.
Fue maldito por su madre y hermano, que lo castigó con un mandador de pescuezo (típico de los llanos de Venezuela) y le frotó ají picante en las heridas. Cuando intentó huir, le soltaron un perro tureko para que lo mordiera y hasta el fin de los tiempos le persigue mordiendole los talones. Por eso se dice, que el Silbón le teme a los perros y al ají picante y que va por las sabanas penando con una bolsa que contiene los huesos de su padre.
Otras versiones dícen que castiga a los hombres que van de fiesta en fiesta y en su bolsa lleva los huesos de sus víctimas.
Lo que sí es cierto es que el Silbón de Venezuela, aterroriza a las gentes de Portuguesa, Cojedes y Barinas.
Es fácil de percibir por su famoso silbido, que va de un tono grueso a uno más agudo y mientras más lejos se oye, más cerca esta y viceversa.
Esta leyenda es una de las más famosas de los llanos venezolanos y muchos alegan haberlo escuchado o visto pasar.
Es un ser espeluznante, dícen.
A los borrachos se les presenta en froma muy sombría, a otros llaneros como un hombre alto y flaco, usa sombrero.
Cuando ataca a los hombres les chupa el ombligo para beberles el aguardiente.
La tradición popular dice que cuando el silbón llega a una casa por la noche, descarga el saco y cuenta uno a uno los huesos, si no hay nadie que pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.
Otra versión cuenta que fue un hijo que mató a su padre para comerle sus "asaduras" y que el muchacho había sido criado muy mimado, sin respetar a nadie.
Según la leyenda, mató a su padre para comerle la asadura (hígado, corazón e intestinos).
Los pueblerinos tienen varias versiones:
Un día quiso comerse asadura de ganado y su padre salió a cazar al antojo de su hijo, pero no tuvo suerte. El muchacho estaba muy mimado y cuando vió padre no había regresado y tardaba, salió a buscarlo y de camino lo encontró con las manos vacías, no había conseguido traerle lo que le había pedido, por lo que lo mató.
Le sacó las vísceras y se las llevo a su madre para que se las cocinara. Como el muchacho no se llevaba bien con su padre, la madre pensó que podían ser las vísceras de él y se lo preguntó, el joven le confesó la verdad.
Fue maldito por su madre y hermano, que lo castigó con un mandador de pescuezo (típico de los llanos de Venezuela) y le frotó ají picante en las heridas. Cuando intentó huir, le soltaron un perro tureko para que lo mordiera y hasta el fin de los tiempos le persigue mordiendole los talones. Por eso se dice, que el Silbón le teme a los perros y al ají picante y que va por las sabanas penando con una bolsa que contiene los huesos de su padre.
Otras versiones dícen que castiga a los hombres que van de fiesta en fiesta y en su bolsa lleva los huesos de sus víctimas.
Lo que sí es cierto es que el Silbón de Venezuela, aterroriza a las gentes de Portuguesa, Cojedes y Barinas.
Es fácil de percibir por su famoso silbido, que va de un tono grueso a uno más agudo y mientras más lejos se oye, más cerca esta y viceversa.
Esta leyenda es una de las más famosas de los llanos venezolanos y muchos alegan haberlo escuchado o visto pasar.
Es un ser espeluznante, dícen.
A los borrachos se les presenta en froma muy sombría, a otros llaneros como un hombre alto y flaco, usa sombrero.
Cuando ataca a los hombres les chupa el ombligo para beberles el aguardiente.
La tradición popular dice que cuando el silbón llega a una casa por la noche, descarga el saco y cuenta uno a uno los huesos, si no hay nadie que pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.
Otra versión cuenta que fue un hijo que mató a su padre para comerle sus "asaduras" y que el muchacho había sido criado muy mimado, sin respetar a nadie.
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