Los Celtas fueron una de las grandes culturas de la Edad de Hierro. Sus huellas están repartidas desde la península ibérica hasta Bohemia.
Los romanos y los griegos los consideraban unos bárbaros.
Desde la actual Francia hasta Rumanía la poblaban gentes pertenecientes a un mismo tronco cultural: los celtas. En aquellos momentos se constituía el Imperio Romano.
Los Celtas siempre han tenido una imagen pintoresca, todos ellos bigotudos, con el pelo teñido de blanco, vestidos con pantalones en vez de túnicas, muy enjoyados y sobre todo, guerreros muy feroces, capaces de deshacer un ejército enemigo con sus ataques con lanzas y espadas alargadas. Esa es la imagen que nos dieron los autores romanos y griegos.
Pero mucho después, esta imagen tan "bárbara" ha sido corregida en su mayoría por las investigaciones arqueológicas.
Ahora podemos saber que los Celtas constituían una cultura muy sofisticada que había surgido en la zona alpina entre Suiza y Austria. Desde ahí se expandieron entre el siglo V y el I a.C., en todas las direcciones hasta que penetraron en Britania, Italia e incluso Asia Menor.
Eran artesanos experimentados y de ellos se conservan obras de orfebrería únicas realizadas con hierro, bronce o marfil.
Se organizaban en tribus y familias según la jerarquía social que estaba coronada por el rey, bajo el cual se encontraba la aristocracia guerrera y el clero druídico. El nivel inferior se constituía por hombres libres, artesanos, agricultores, ganaderos y comerciantes.
Hay constancia de que también existían exclavos.
De los Celtas, como suele pasar con culturas tan antiguas nos llaman muchas cosas, pero sobre todo tienen mucho interés en nuestra época por la religión, que estaba repleta de un sinmúmero de dioses que se identificaban según las fuerzas de la naturaleza.
No disponían de templos y los ritos eran realizados por los druidas al aire libre, en espacios que señalaban por medio de zanjas o empalizadas. Se hacían sacrificios propiciatorios que podían ser desde objetos, hasta animales o incluso humanos.
Ellos creían en la transmigración de las almas.
Aunque los Celtas y la mayoría de sus pueblos fueron conquistados y asimilados por el Imperio Romano, el recuerdo de su cultura ha subsistido durante siglos hasta constituir la base de la identidad histórica de algunas naciones modernas.
Según un estudio que realizó Bryan Sykes, profesor de genética y medicina molecular de la Universidad de Oxford, los celtas habitaban en el Reino Unido antes de la llegada de los sajones, vikingos y normandos y descienden de poblaciones procedentes de la Península Ibérica.
Cruzaron el golfo de Vizcaya hace más de 4.000 años.
Para realizar este estudio, el equipo del profesor, tomó muestras de ADN a más de 10.000 personas en el Reino Unido e Irlanda y así poder elaborar un mapa genético completo, dando como resultado que los pueblos que tradicionalmente se les ha llamado "Celtas"; escoceses, galeses e irlandeses, tendrían un parentesco muy cercano con las poblaciones norteñas de iberia, a partir de un haplogrupo que tiene su foco de emisión en el golfo de Vizcaya. Por lo que los análisis en la composición del cromosoma "Y" del ADN revelaron que las huellas dactilares de los celtas eran prácticamente idénticas a la de los habitantes del norte de España.
Daniel G.Bradley, profesor de genética del Trinity College de Dublín, llegó a la misma conclusión y resultados genéticos que había publicado el profesor Sykes.
También es probable que la herencia genética ibérica presente en las Islas Británicas esté relacionada con la expansión megalítica, anterior a la existencia de los Celtas.
Por varios puntos de España y resto de Europa habitaron los "Celtas", que siguen siendo una de las sociedades tribales más recordadas, llamativas y una de las culturas más importantes.
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