En alemán Reichskristallnacht, Reichspogromnacht o Novemberpogrome. También Noche de los cristales (Kristallnacht).
El hecho que dio comienzo al Holocausto y que comenzó durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 en Alemania y Austria.
Aquella noche empezaría la batalla nazi en contra de todos los judíos del país.
La SS arrestó a miles de ellos en Alemania, destrozaron sus negocios y comercios y más de 90 fueron asesinados en esos primeros momentos.
En aquellos años vivían muchos judíos que eran de origen polaco en Alemania. Tenían muchos negocios y su comunidad era muy próspera.
El 28 de octubre de 1938, unos 20.000 fueron secuestrados en medio de la noche de aquel viernes. Los deportaron brutalmente a la Alemania nazi de Polonia.
El gobierno de Polonia no quiso admitirlos y al rechazarlos tuvieron que sufrir un duro ir y venir entre las fronteras de Polonia y Alemania durante días.
El rechazo del gobierno polaco hacia sus propios ciudadanos hizo que el campamento de expulsados judíos se encontrara en tierra de nadie, entre las dos naciones y en condiciones precarias hasta que las autoridades alemanas convencieron al gobierno polaco de que los dejara entrar.
La mayoría de los judíos habían vivido la mayor parte de sus vidas en Alemania, algunos incluso eran veteranos de la I Guerra Mundial como luchadores germanos.
Hubo un alemán judío que había escapado a Francia, donde recibió una carta de su familia describiéndole lo que estaba pasando y las precarias condiciones que estaban experimentando en la deportación, se llamaba Herschel Grynszpan. Al enterarse de la situación intentó mejorarla apelando con la mayor rapidez a Ernst vom Rath, que era secretario de la Embajada alemana en París, pero éste no le hizo ningún caso, ya que no estaba dispuesto a ayudar en nada que tuviera que ver con aquello.
Finalmente, el lunes 7 de noviembre de 1938, Grynszpan le dió un disparo a Vom Rath. Murió dos días después por las heridas recibidas.
Aquel asesinato alimentó la venganza y sobre todo el pretexto de los ciudadanos de Alemania y Austria, causando una gran revuelta y aunque pretendieron que aquel ataque pareciera espontáneo, había sido orquestado por el gobierno alemán, lo que significaba que el mando del NSDAP (Partido Nacional Socialista) estaba de acuerdo, utilizando el gobierno a la organización además de su propia autoridad.
El 9 de noviembre de 1938, todos estos ataques y altercados dañaron y destruyeron 1.574 sinagogas, que eran casi todas las que habían en Alemania. También acabaron con más de 7.000 tiendas, 29 almacenes judíos y muchos cementerios.
Detuvieron a más de 30.000 judíos para internarlos en campos de concentración, muchos de ellos murieron al ser golpeados.
Aunque no se sabe la cantidad de judíos que murieron en aquellos dos días de arrestos, se cree que fueron entre 36 a 200, aunque la cantidad que impera es la de 91.
Estos asaltos y violencia en contra de los judíos hizo que muchos alemanes perecieran también aquel día por el mero hecho de parecer que eran judíos.
En Austria también sucedieron acontecimientos salvajes donde se acabaron con la mayor parte de las sinagogas de Viena, que eran 94 y las casas de oración, que fueron arrasadas casi por completo.
La gente estuvo sometida a humillaciones, vejaciones y maltrato, entre ellos, la obligación de fregar los pavimentos mientras eran atormentados por sus compatriotas austriacos.
Estos acontecimientos se difundieron por todo el mundo, desacreditando los movimientos nazis en Europa y Norteamérica, lo que provocó un declive. En los medios de comunicación se condenaban los sucesos, comparando las salvajes revueltas que habían ocurrido con las de la Rusia Imperial en la década de 1880.
Aunque se habían perseguido y dañado a los judíos alemanes, acabando con todo el trabajo y ahorros de su vida, los forzaron a pagar una multa colectiva de mil millones de marcos al gobierno nazi. El diario The New York Times tuvo pruebas fotográficas que demostraban que los nazis eran los responsables de aquello. Hoy día sabemos que Adolf Hitler aprobó personalmente los hechos y que incluso estuvo implicado en la planificación.
Este castigo colectivo fue denunciado después ante la Convención de Ginebra.
Hermann Göring, que había insistido mucho antes en tomar medidas contra los judios, describió sin querer la realidad de lo que había pasado durante el anuncio de la sanción impuesta a los judíos:
"La ciudadanía judía de Alemania, como castigo por sus crímenes abominables, tiene que hacer frente a una multa de mil millones de marcos. A propósito, debo reconocer que no me gustaría ser judío en Alemania"
Aquella noche comenzaron las actividades antisemitas del NSDAP y de los aparatos estatales.
Primero la deportación y después el exterminio de la mayor parte de los judíos que vivían en Alemania.
El hecho que dio comienzo al Holocausto y que comenzó durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 en Alemania y Austria.
Aquella noche empezaría la batalla nazi en contra de todos los judíos del país.
La SS arrestó a miles de ellos en Alemania, destrozaron sus negocios y comercios y más de 90 fueron asesinados en esos primeros momentos.
En aquellos años vivían muchos judíos que eran de origen polaco en Alemania. Tenían muchos negocios y su comunidad era muy próspera.
El 28 de octubre de 1938, unos 20.000 fueron secuestrados en medio de la noche de aquel viernes. Los deportaron brutalmente a la Alemania nazi de Polonia.
El gobierno de Polonia no quiso admitirlos y al rechazarlos tuvieron que sufrir un duro ir y venir entre las fronteras de Polonia y Alemania durante días.
El rechazo del gobierno polaco hacia sus propios ciudadanos hizo que el campamento de expulsados judíos se encontrara en tierra de nadie, entre las dos naciones y en condiciones precarias hasta que las autoridades alemanas convencieron al gobierno polaco de que los dejara entrar.
La mayoría de los judíos habían vivido la mayor parte de sus vidas en Alemania, algunos incluso eran veteranos de la I Guerra Mundial como luchadores germanos.
Hubo un alemán judío que había escapado a Francia, donde recibió una carta de su familia describiéndole lo que estaba pasando y las precarias condiciones que estaban experimentando en la deportación, se llamaba Herschel Grynszpan. Al enterarse de la situación intentó mejorarla apelando con la mayor rapidez a Ernst vom Rath, que era secretario de la Embajada alemana en París, pero éste no le hizo ningún caso, ya que no estaba dispuesto a ayudar en nada que tuviera que ver con aquello.
Finalmente, el lunes 7 de noviembre de 1938, Grynszpan le dió un disparo a Vom Rath. Murió dos días después por las heridas recibidas.
Aquel asesinato alimentó la venganza y sobre todo el pretexto de los ciudadanos de Alemania y Austria, causando una gran revuelta y aunque pretendieron que aquel ataque pareciera espontáneo, había sido orquestado por el gobierno alemán, lo que significaba que el mando del NSDAP (Partido Nacional Socialista) estaba de acuerdo, utilizando el gobierno a la organización además de su propia autoridad.
El 9 de noviembre de 1938, todos estos ataques y altercados dañaron y destruyeron 1.574 sinagogas, que eran casi todas las que habían en Alemania. También acabaron con más de 7.000 tiendas, 29 almacenes judíos y muchos cementerios.
Detuvieron a más de 30.000 judíos para internarlos en campos de concentración, muchos de ellos murieron al ser golpeados.
Aunque no se sabe la cantidad de judíos que murieron en aquellos dos días de arrestos, se cree que fueron entre 36 a 200, aunque la cantidad que impera es la de 91.
Estos asaltos y violencia en contra de los judíos hizo que muchos alemanes perecieran también aquel día por el mero hecho de parecer que eran judíos.
En Austria también sucedieron acontecimientos salvajes donde se acabaron con la mayor parte de las sinagogas de Viena, que eran 94 y las casas de oración, que fueron arrasadas casi por completo.
La gente estuvo sometida a humillaciones, vejaciones y maltrato, entre ellos, la obligación de fregar los pavimentos mientras eran atormentados por sus compatriotas austriacos.
Estos acontecimientos se difundieron por todo el mundo, desacreditando los movimientos nazis en Europa y Norteamérica, lo que provocó un declive. En los medios de comunicación se condenaban los sucesos, comparando las salvajes revueltas que habían ocurrido con las de la Rusia Imperial en la década de 1880.
Aunque se habían perseguido y dañado a los judíos alemanes, acabando con todo el trabajo y ahorros de su vida, los forzaron a pagar una multa colectiva de mil millones de marcos al gobierno nazi. El diario The New York Times tuvo pruebas fotográficas que demostraban que los nazis eran los responsables de aquello. Hoy día sabemos que Adolf Hitler aprobó personalmente los hechos y que incluso estuvo implicado en la planificación.
Este castigo colectivo fue denunciado después ante la Convención de Ginebra.
Hermann Göring, que había insistido mucho antes en tomar medidas contra los judios, describió sin querer la realidad de lo que había pasado durante el anuncio de la sanción impuesta a los judíos:
"La ciudadanía judía de Alemania, como castigo por sus crímenes abominables, tiene que hacer frente a una multa de mil millones de marcos. A propósito, debo reconocer que no me gustaría ser judío en Alemania"
Aquella noche comenzaron las actividades antisemitas del NSDAP y de los aparatos estatales.
Primero la deportación y después el exterminio de la mayor parte de los judíos que vivían en Alemania.
Estados Unidos retiró a su embajador, aunque no sus relaciones diplomáticas, otros paises cortaron sus relaciones diplomáticas directamente.
La España de Franco justificó y aplaudió aquello y la España de la República lo condenó, apoyando con firmeza a todos los judíos.
Muy pocos por no decir ninguno imaginó que la "Noche de los cristales rotos" daría paso al Holocausto, a la persecución sistemática y asesinato masivo de judíos en todas las partes de Europa, en el genocidio más cruel de toda la historia de la humanidad.
Sello de 1963 emitido por la DDR, en su leyenda dice:
«Noche de los cristales rotos, nunca más».
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