Charles Lutwidge Dodgson, de nombre real Lewis Carrol, era un anónimo, solitario diácono, introvertido y profesor de matemáticas en Oxford.
Un día escribió "Alicia en el país de las maravillas", la obra más leída en la historia de la literatura inglesa (a excepción de Shakespeare) que también es otro ejemplo excelente de una obra soñada.
Carrol escribió en un artículo de una revista: “Todo el que ha tratado, como yo he hecho a menudo, de levantarse de la cama a las dos de la mañana en una noche de invierno, encender una vela y registrar algún feliz pensamiento que de otro modo probablemente habría olvidado, convendrá conmigo en que supone mucha incomodidad. Todo lo que tengo que hacer ahora, si me despierto y pienso en algo que quiero recordar, es sacar de debajo de la almohada un pequeño memorando que contiene mi nictógrafo, escribir unas pocas líneas, o hasta unas pocas páginas, sin siquiera sacar las manos fuera de las sábanas, poner otra vez el libro en su lugar y dormirme nuevamente”.
El nictógrafo era un mecanismo que estaba compuesto por una plantilla de cartón destinada a simplificar notas garabateadas en la oscuridad.
Un día escribió "Alicia en el país de las maravillas", la obra más leída en la historia de la literatura inglesa (a excepción de Shakespeare) que también es otro ejemplo excelente de una obra soñada.
Carrol escribió en un artículo de una revista: “Todo el que ha tratado, como yo he hecho a menudo, de levantarse de la cama a las dos de la mañana en una noche de invierno, encender una vela y registrar algún feliz pensamiento que de otro modo probablemente habría olvidado, convendrá conmigo en que supone mucha incomodidad. Todo lo que tengo que hacer ahora, si me despierto y pienso en algo que quiero recordar, es sacar de debajo de la almohada un pequeño memorando que contiene mi nictógrafo, escribir unas pocas líneas, o hasta unas pocas páginas, sin siquiera sacar las manos fuera de las sábanas, poner otra vez el libro en su lugar y dormirme nuevamente”.
El nictógrafo era un mecanismo que estaba compuesto por una plantilla de cartón destinada a simplificar notas garabateadas en la oscuridad.
Gracias a este invento Lewis Carrol no solo pudo extraer de sus sueños la inspiración de “Alicia en al país de las maravillas”, sino también para “Silvia y Bruno” (primera y segunda parte), a los que dedicó los últimos veinte años de su vida, y cuyo material literario estaba extraído íntegramente de sus sueños.
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