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El naufragio del Herald of Free Enterprise


El viernes 6 de marzo de 1987, el buque "Herald of Free Enterprise" sufrió un accidente. Fue el peor naufragio británico después del Titanic en tiempos de paz.

Una serie de errores llevaron al buque al naufragio y muerte de 188 víctimas.

Aquel día, el "Herald of Free Enterprise" no tenía que hacer esa ruta, pero otro buque había quedado fuera de servicio y entonces tuvo que hacer la ruta Dover-Zeebrugge en lugar de la que hacía habitualmente, que era Dover-Calais.

Esto no suponía ningún problema, pero sí había un inconveniente. A diferencia de Dover o Calais, la terminal de Zeebrugge no permitía al "Herald" operar simultáneamente con las dos cubiertas por donde entraban los coches.

El capitán del barco decidió entonces bajar un metro el buque para que la rampa de acceso de vehículos superior, permitiera a éstos entrar.

Sobre las cinco de la tarde el pasaje comenzó a embarcar, muchos de los turistas eran británicos, porque ese día había una oferta de billetes baratos. Muchos de ellos habían ido de compras a la costa, también habían más de un centenar de militares británicos estacionados en Alemania y que ese día volvían para disfrutar de permisos con sus familias.

Subieron a bordo un total de 459 pasajeros, 81 vehículos particulares y más abajo, se cargaron tres autobuses y cuarenta y siete trailers muy pesados, que entraron los últimos y estibaron a proa.

Para los pasajeros aquello sería un viaje normal, pero mucho antes de salir del puerto, se habían cometido una serie de fallos que causarían la catástrofe.

El principal fallo y causante final del desastre fue el que comentió Mark Stanley, un marinero que se encargaba de limpiar la cubierta y abrir la puerta de proa para permitir descargar los vehículos. Mark lo revisó todo y viendo que tenía tiempo, se fue a su camarote y se quedó profundamente dormido. Cuando lo llamaron porque el barco iba a salir, no se despertó.

Lo curioso es que él tenía que revisar las compuertas de las cubiertas de entrada de vehículos, pero no estaba y en su lugar, el primer oficial tenía que haberlas comprobado, pero por las prisas y por hacer el trayecto a su hora, no hizo la comprobación.

El Herald salió con cinco minutos de retraso y con su sentencia de muerte, un agujero del tamaño de un apartamento, unos 30 metros cuadrados, de las compuertas que no habían sido cerradas.

En aquellos años no había otra forma de comprobar que esas compuertas estaban cerradas si no era por medio de una persona física que estuviera al cargo, no existían cámaras para verificarlo.

Cuando el barco salió por las aguas casi heladas del Canal de la Mancha, al ser poco profundas, la ola que se forma es mucho mayor que si fueran aguas profundas, a esto se le llama "Efecto de aguas poco profundas". A medida que aumenta la velocidad del buque el tamaño de la ola es mayor y mayor.

En las investigaciones posteriores calcularon que 2000 toneladas de agua entraron en las cubiertas en tan sólo 30 segundos.

Otro de los inconvenientes que tuvo el buque es que la cubierta para coches era completamente diáfana, comercialmente es lo mejor, pero para un accidente marítimo es lo peor y finalmente fue lo que produjo su perdición.


 
Cuanta más agua entraba más se hundía la proa y mayor era el cauda, mientras el "Herald" seguía navegando a su velocidad normal.

Finalmente hubo un gran estruendo, ese agua que había estado entrando en las cubiertas hicieron que los coches se fueran hacia un lado (al ser diáfano nada los detenía) y el buque zozobró, quedando a una media milla al NW de la bocana, escorado noventa y cinco grados a babor y con el costado apoyado sobre el fondo en un banco de arena, por lo que no se hundió totalmente y eso permitiría más tarde que pudieran rescatar a muchos de los pasajeros que viajaban en él.

La mayoría de los pasajeros se encontraban en la cafetería y locales públicos de la cubierta C, por lo que se vieron arrojados contra los ventanales de babor. Unos segundos después, el interior del barco se convertiría en una piscina helada, nadie aguantaría más de 20 minutos en las frías aguas.

Al capitán no le dió tiempo a pedir auxilio, todo había sido muy rápido y cuando el buque zozobró, cayó al suelo dándose un golpe en la cabeza y quedando inconsciente, por lo que no dio la voz de alarma.

Por suerte, un barco noruego vio como el ferry escoraba y pudo dar el aviso a Zeebrugge Port control, yendo tanto éstos como otros barcos a intentar rescatar al mayor número de pasajeros.

Aunque era muy peligroso entrar en el barco, muchos miembros de salvamento marítimo arriesgaron sus vidas rompiendo los grandes ventanales para poder entrar y sacar a todas las personas que pudieran.

Así estuvieron durante muchas horas, se sabe de una chicha llamada "Teresa" que se mantuvo en el agua una hora completa y pudo sobrevivir.

Pasadas ocho horas, la marea subía muy deprisa y sabían que no encontrarían a nadie con vida, por lo que pararon las labores de rescate hasta que volviera a bajar.

Al día siguiente comenzaron las investigaciones de aquel accidente y se hicieron evidentes los errores, siendo la causa de aquella catástrofe: un "fallo humano".


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