Su figura durante muchos años ha despertado mucho interés y sigue haciéndolo. Era capaz de envolver tanto a una persona como a masas y su oratoria gesticular la tenía muy estudiada. Tenía el poder de mantener el liderazgo frente a quien fuera y como dícen muchos que estuvieron a su alrededor, nunca se le llegaba a conocer.
Era autosuficiente y solitario, tampoco le gustaba rodearse de demasiada gente y a los que se lo permitía, les exigía lealtad a toda prueba y mucha discreción.
Al parecer era vegetariano, abstemio y no fumador, aunque esto se ha cuestionado muchas veces, sobre todo por parte de los historiadores, aunque lo cierto es que no permitía a sus colaboradores que fumaran ni bebieran delante de él.
Aunque le han intentado colgar el cartel de que fue el que promulgó las primeras leyes de la historia que penaban el maltrato a los animales no es cierto, ya que éstas, proceden del imperio romano.
Era capaz de enviar bombardear cualquier ciudad sin importarle víctimas, pero nunca visitaba esos lugares arrasados, ni los campos de concentración donde exterminaba a miles de personas ni los hospitales. Sólamente fue a visitar a las víctimas de un atentado. Un ejemplo de todo esto es que Hitler se negó a ver fotos y filmaciones de las ejecuciones de los involucrados en el atentado contra su persona realizado por Claus von Stauffenberg en 1944.
Hitler tenía el poder de intimidar a cuanta persona se pusiera delante, fuera quien fuera.
No tenía escrúpulos, era insensible y no movía una sola mueca de su cara cuando se deshacía de enemigos o sacrificaba a soldados.
Fritz Todt contaba con privilegios y confianza por parte de Hitler hasta que sostuvo una reunión en la que discutió a viva voz con el Führer en la madrugada del 8 de febrero de 1942. Al terminar esa reunión cogió un Heinkel 111, que explotó al despegar. Unas horas después, ordenaba a Albert Speer que tomara la dirección de Todt. El Ministerio del Aire intentó investigar las causas de aquella explosión, pero Hitler paró en seco las investigaciones y dio por cerrado el caso. En aquella reunión, Todt había intentado convencer a Hitler de que acabara con la guerra y al parecer, aquel Heinkel fue destruido por control remoto, matando también al piloto.
Tuvo varias relaciones sentimentales, con Geli Raubal, Unity Milford, Inga Ley y Eva Braun. Leni Riefenstahl, era otra de las mujeres, pero negó haber sido amante del Füher.
En sus relaciones era muy celoso, tanto de las mujeres con las que estaba como de su propia intimidad.
Según algunos historiadores y personas cercanas a él, como Albert Speer, Hitler no trataba muy bien a Eva Braun, era desconsiderado, opresivo y vejatorio.
Se ha escrito también mucho sobre su orientación sexual, porque fue vinculado a Ernst Röhm, pero las evidencias dicen todo lo contrario, que era sin lugar a dudas heterosexual.
Traudl Junge, una de las secretarias peronales de Hitler, describía a Hitler: "Cuando estaba presente (Hitler), todo el edificio bullía de actividad, todos corrían, los teléfonos sonaban, los radioespectadores no cesaban de enviar y recibir notas de comunicados (...). Cuando él estaba ausente, todo volvía a una monótona normalidad, Hitler era como una especie de dínamo". También lo describía como una persona con dos personalidades: una muy considerada y afable y la otra muy fría y calculadora.
Ella dijo que "Hitler era vegetariano, gustaba del té y además no soportaba el calor, no se podía fumar en su presencia y hacía climatizar sus ambientes a no más de 11 ºC de temperatura. Le gustaba escuchar chismes, pues lo distraían de su realidad. Se acostaba muy tarde, a las tres o las cuatro de la madrugada, y se levantaba también muy tarde, entre las 10:00 y las 11:00 horas; el personal militar de la primera planta se acostaba en torno a la medianoche, terminaba la última reunión de guerra de cada día y se levantaba hacia las siete".
Hitler, según miembros cercanos como Keitel, Bormann y Lammers, el dictador predicaba con el ejemplo pagando sus propios costes personales sin derogar ningún fondo del Estado. Los ingresos de Hitler, hábilmente administrados por su secretario personal Martin Bormann, sucesor de Rudolf Hess, provenían de los derechos por su imagen postal y por su libro Mein Kampf.
Además, Hitler despreciaba la debilidad ante el enemigo y por éste, sobre todo por los judíos y en segundo grado por los comunistas. Su impulsivilidad y su obcecación por las metas sin importar lo que costaran. Un ejemplo es cuando Brauchistch le solicitó la retirada estratégica de Moscú, Hitler encolerizó diciendo: "¡No me podéis quitar Moscú!, ¡quiero Moscú!".
Aparentaba flexibilidad, pero realmente lo hacía con una doble intención.
Sorprendía a los demás cuando trataba temas sobre aspectos técnicos o militares, mostrando mucho conocimiento de ellos.
Albert Speer llegó a decir: "En el lugar donde debía haber un corazón en el pecho de Hitler, había un gran hueco".
Sobre los crímenes de guerra y su fuerte antisemitismo, el primer testimonio de Hitler sobre esta cuestión lo hizo en una carta escrita en septiembre de 1919:
"utilizando la terminología biológica que frecuentemente desplegaría, declaró que las actividades de los judíos producían «una tuberculosis racial en las naciones». Afirmó categóricamente que los judíos eran una raza, no una religión. El antisemitismo como movimiento político, declaró, debería basarse en la «razón», no en la emoción, y debería conducir a la eliminación sistemática de los derechos de los judíos. Sin embargo, concluía, el «objetivo final», que sólo podía alcanzarse con un gobierno de «fortaleza nacional» tenía que ser la «eliminación completa de los judíos».
Mucho tiempo después, veinticinco años, en vísperas de su suicidio dejó escrito en su Testamento Político su valoración de la "raza judía" y decía que era la verdadera culpable de la guerra en curso.
Quería exterminar la raza judía, asegurar la hegemonía de Alemania en Europa y conseguir espacio vital para su país, esos eran los elementos de su ideología.
En 1918 desarrolló sus deseos de venganza, ya tenía firmeza sobre los que eran sus enemigos y sólo podía combatirlos mediante la guerra. Bajo su punto de vista los judíos eran los responsables de los crímenes más terribles de todos los tiempos por la "puñalada por la espalda" de 1918, la capitulación, la revolución, la desgracia de Alemania, porque bajo su pervertida percepción, eran los responsables principales del capitalismo de Wall Street y de la City de Londres, además de los responsables del bolchevismo de Moscú, además de que creía en la leyenda de la "conspiración judía mundial" y que siempre estarían bloqueando su camino, siendo el enemigo más peligroso para sus planes, por lo que su guerra era contra los judíos.
Hitler se veía como el salvador de Alemania y para ello era necesario e indispensable acabar con los judíos.
El 30 de enero de 1933, cuando ascendió al poder, su Weltanschauung, que era un conjunto de objetivos visionarios, todo se centraba en la eliminación de los judíos y esta idea supo manejarla, movilizando a activictas y legitimando iniciativas polícitas que llevaran a cabo su voluntad.
Hitler intervenía para canalizar los ataques en forma de una legislación antijudía tremendamente discriminatoria, aplacando en cada fase a los radicales y progresando en la radicalización de las medidas adoptadas. Existía, por lo tanto, una «dialéctica» continua entre acciones «salvajes» desde abajo y discriminación orquestada desde arriba. Cada fase de radicalización era más intensa que la que la precedía. De esta manera, la inercia no se desvanecía nunca.
Han habido muchos rumores sobre el origen de este odio, de su antisemitismo desde su aparción al mundo político. Hay muchas teorías y rumores que intentan explicarlo.
Uno de ellos es que el propio Hitler tenía parte de sangre judía y de que su abuela, Maria Schicklgruber, se había quedado embarazada mientras trabajaba como criada en una familia judía. Estas implicaciones y rumores eran políticamente explosivos para el proponente de una ideología racista. Sus adversarios intentaron demostrar que Hitler tenía antepasados judíos o checos, pero nunca fueron probados y para Hitler fueron una razón más que suficiente para ocultar sus orígenes. Según Robert G. L. Waite en The Psychopathic God: Adolf Hitler, Hitler convirtió en ilegal para las mujeres alemanas trabajar en familias judías, y después del Anschluss (anexión) de Austria, convirtió la ciudad natal de su padre en una área de prácticas de artillería. Waite dice que las inseguridades de Hitler en este aspecto pueden haber sido más importantes que si la ascendencia judía pudo ser probada por sus compañeros.
En 1903, Hitler asistía a la Realschule al mismo tiempo que Ludwig Wittgenstein, uno de los filósofos más destacados del siglo XX. Al parecer, Hitler tuvo muchos conflictos tanto con el filósofo como con otros estudiantes judíos y en ese momento pudo comenzar su antisemitismo. Pero esto son sólo especulaciones.
Su odio extremo hacia los judíos, según muchos historiadores, pudo ser la posibilidad de que el padre biológico de su padre Alois (su abuelo) fuera de origen judio, pero también fue desmentido.
También que su madre había muerto mientras era cuidada por un médico judío, pero el mismo Hitler parece que estuvo agradecido a este médico, incluso le regaló una pintura y más tarde, cuando ya era Canciller, le permitió salir de Austria.
Políticamente, Hitler quería engrandecer Alemania y a los judíos los consideraba una raza extranjera en territorio alemán. Culpaba a empresarios y financieros judíos de los problemas económicos por los que pasaba Alemania en aquellos momentos o de llevar al país a la derrota en 1918.
Parece que el mayor acierto sobre la persona de Hitler la tuvieron los médicos que lo trataron cuando fue herido en la I Guerra Mundial, "peligrosamente psicótico".
Su obsesión hacia los judíos causó demasiadas muertes, crímenes atroces en contra de éstos y además miles de soldados alemanes y de otros países que también perecieron en esa absurda guerra de un tipo que tenía muchas dotes oratorias, que convencía y después se cargaba a cualquiera que se pusiera delante, incluso a los que lo habían apoyado. Una persona que jamás debió de existir y en realidad un cobarde que prefirió suicidarse en vez de rendirse.
En los Juicios de Núremberg fueron acusadas sólamente 611 personas de varias instituciones del Tercer Reich, por delitos de: complot, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad (exterminio), crímenes contra la paz y genocidio.
La jerarquía nazi que pudieron apresar fueron condenados a la horca o largas penas de prisión, algunos murieron en los meses que siguieron a la pérdida de la guerra.
En caso toda Europa se prohibieron el nazismo y cualquier reminiscencia ideológica que fuera afín, no se podían publicar bibliografías, esvásticas y otros símbolos sin riesgo de cometer falta o delito punible. Pero el legado antisemita permaneció durante varias décadas, sobre todo en países americanos.
En la actualidad siguen existiendo nazis encubiertos en doctrinas militares, sociales y políticas.
Uno de los legados más importantes de la Alemania nazi es la adopción del concepto Blitzkrieg (guerra relámpago) en todas las academias de guerra del mundo. Las estratégias, batallas y técnicas de la Wehrmacht usadas en la II Guerra Mundial son objeto de estudio en todos los institutos militares.
El libro Mein Kampf de Hitler está prohibido en muchos países democráticos, aunque en otros países se sigue editando y circula por las librerías.
Hitler, el nazismo y su personalidad y hechos siguen siendo objeto de estudios.
El Ku Klux Klan, Nación Aria y otros, se consideran herederos del nazismo y reclaman ser herederos de esa doctrina, son grupos muy violentos.
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