A sus ahora 95 años, Margot Wölk se ha atrevido a hablar y recordar el miedo constante que sintió durante más de dos años mientras era una de las catadoras oficiales de la comida de Adolf Hitler.
La anciana cuenta que con el paso del tiempo pudo aprender a disfrutar nuevamente de la comida, ya que mientras estuvo catando lo que después iba a ingerir el Führer, sentía el temor de que ese bocado fuese el último.
"El alcalde del pueblecito era un viejo nazi. Nada más llegar allí, ya tenía a las SS delante de la puerta anunciándome: "¡Tú vienes con nosotros!", recuerda Margot.
A las ocho en punto de la mañana, Margot era recogida por miembros de la SS y junto a otras jóvenes era trasladada a una construcción de barracas de dos plantas en las que varios cocineros preparaban la comida para el cuartel general.
En fuentes y bandejas servían verduras, pasta, salsas y otras frutas exóticas que las jóvenes tenían que catar, atemorizadas día a día por la posibilidad de que alguno de esos alimentos estuviera envenenado. Margot arriesgaba día a día su vida por un ser que abiertamente ha manifestado que detestaba profundamente.
"Nunca había carne, porque Hitler era vegetariano. La comida era buena, incluso muy buena, pero no la podíamos disfrutar".
Margot no podía escapar porque tampoco tenía dónde ir, por lo que no se le pasaba por la cabeza ni siquiera esa idea. Tampoco contaba con su marido, del que no tenía noticias desde hacía dos años cuando éste se fue al frente. Ella pensaba que estaba muerto y su único consuelo era estar acompañada de su suegra.
El 20 de julio de 1944, Adolf Hitler sufrió un atentado con pocas consecuencias, pero los nazis extremaron las precauciones para salvaguardar al Führer y el entorno del cuartel general, por lo que todas las catadoras fueron trasladadas a una escuela vacía en las proximidades de la Wolfsschanze, obligándolas a abandonar sus casas y familias.
"Nos tenían encerradas como animales y nos vigilaban", explica Margot con desprecio, que además fue violada por un "viejo cerdo" oficial de las SS.
Pese a lo que Margot sufrió durante todo ese tiempo, fue una mujer con suerte, ya que al contrario que el resto de muchachas catadoras, ella pudo salvar su vida gracias.
El Ejército Rojo se encontraba a pocos kilómetros del cuartel general de Hitler cuando un teniente sentó a Margot en un tren rumbo a Berlín, de esta manera la joven pudo salvar su vida. Más tarde se enteró de que sus 14 compañeras catadoras habían sido fusiladas por los soviéticos.
La SS la buscaba, pero Margot logró salvar nuevamente su vida cuando el médico que la había acogido en Berlín, negó que la fugitiva que ellos estaban buscando era la que se encontraba en su consulta.
Pero la desgracia no había acabado para Margot. Cuando llegó a su casa de Berlín, fue capturada por el Ejército Rojo y brutalmente violada durante dos semanas, causando en la joven lesiones muy graves que le impidieron tener hijos para el resto de su vida.
"Estaba tan desesperada. Ya no quería vivir", susurra la anciana, quien recuperó la esperanza y las ganas de vivir cuando en 1946 se reencontró con su marido Karl, con quien compartió a partir de entonces 34 bonitos y felices años.
Margot durante todos estos años no ha querido hablar del calvario sufrido durante aquellos años, pero reconoce que jamás ha dejado de tener pesadillas.
Con motivo de su 95 cumpleaños recibió la visita de un periodista local y fue entonces cuando la anciana decidió romper su silencio y hablar de los peores años de su vida.
"Únicamente quería decir lo que ocurrió, que Hitler era un tipo asqueroso. Y un cerdo".
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